OPINION

El fracaso televisivo de Ana Obregón: motivos de una fría acogida

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En televisión, tan importante como la calidad del formato, es crucial el horario elegido en la programación para cada producto. Y Ana Obregón está sufriendo los daños colaterales de que su reality se haya estrenado el mismo día y a la misma hora que el reencuentro de la primera generación de concursantes de Operación Triunfo, programa con el que su show comparte todo el público objetivo.

Su reality, Algo pasa con Ana, era perfecto para el comentario y la parodia desde las redes sociales. Sin embargo, ha quedado completamente ensombrecido por la reunión de la pandilla del OT que ganó Rosa de España.

De hecho, el programa sólo ha alcanzado un 0,4 por ciento de cuota de pantalla, por debajo de la media del canal (0,9 por ciento) y con sólo 87.000 espectadores, según los datos de Kantar Media.

Fatal resultado, teniendo en cuenta que este reality era la oportunidad que ansiaba el canal DKiss TV para darse a conocer a más población, pues su principal problema está en que la mayoría de los hogares aún no han sintonizado esta nueva frecuencia.

¿Era Ana Obregón la persona adecuada para tal cometido? El reality de Ana Obregón ha llegado tarde a nuestra televisión. El público quiere encontrarse con la trastienda de la peculiar vida de personajes célebres, pero no a famosos interpretando una realidad paralela imaginaria.

Y como Obregón se ha creído su papel de guionista, el programa transmite el artificio de la intérprete que quiere salir perfecta por la tele. Todo lo que sucede en el show se ve forzado: que si la emoción solidaria nada más empezar, que si la perfección del hijo, que si un poco de comedia para contrarrestar...

Algo pasa con Ana deja atrás el reality-show para inaugurar el artificio-show, un nuevo género en el que todo está impostado. Incluso da la sensación de que Ana termina de conocer a aquellos que dicen ser sus amigos, como cuando aparece en acción Aless Gibaja para ver el fútbol en casa de la anfitriona. Probablemente no se habían visto antes en su vida. La química no fluye. Al contrario, el encuentro contagia que son dos personajes haciendo aquello que creen que gusta ver a la audiencia en ellos. Error.

En plena retransmisión de ese partido de la Selección Española, Ana Obregón da la sensación de que se ha estudiado todos los capítulos de Alaska y Mario. Hasta parece que intenta imitar, por momentos, a Vaquerizo. Pero no, es ella dando vida a su personaje ingenuo de siempre. La diferencia está en que Mario Vaquerizo era un desconocido por el público y sorprendió en un contexto cálido (Alaska y Mario era un programa colorido, un retrato de una pandilla de amigos que se admira entre sí, en Algo pasa con Ana el ambiente es frío). En cambio, el carácter de Ana Obregón no puede ser revelación de nada, porque es una celebrity que la audiencia conoce muy bien: el espectador ya sabe diferenciar cuando es ella misma y cuando está interpretando Hamlet. Y ahí está la debilidad de Algo pasa con Ana, Ana Obregón no es Hamlet.

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@borjateran

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