OPINION

La crisis de fondo de 'Gran Hermano 17'

Adara-Miguel-gritos gran hermano
Adara-Miguel-gritos gran hermano

Un buen casting para un programa de televisión es como un melón: no siempre se acierta con el sabor que tendrá al abrirlo. Porque los elegidos para participar en un formato de televisión no tienen por qué funcionar igual que en las audiciones. Al entrar en plató o comenzar el reality, sus personalidades pueden ser diferentes que en las “pruebas” previas o, directamente, mutar hacia un comportamiento inesperado.

Y ahí está el problema de fondo de Gran Hermano 17: los elegidos de este año no terminan de funcionar en la casa de Guadalix. Gritan mucho, sí. Se enfadan y se insultan, también. Y lo peor, ellos creen que de esta forma están dando juego a Telecinco.

En cambio, el programa ya se está inventando expedientes disciplinarios para bajar el tono de la gresca del reality. Porque, en realidad, la crisis de GH17 radica en que el casting está desequilibrado y le cuesta mucho lograr la complicidad con el público en esta edición.

El buen reality show necesita villanos de manual, pero también personajes queribles, con los que la audiencia pueda identificarse y a los que amar. Para que unos te caigan mal, otros te tienen que caer bien. Pero en este GH, la empatía brilla por su ausencia. ¿Hay alguno que caiga realmente bien al público general? Es difícil aliarse con alguno de estos chicos. Irradian hostilidad, reversos oscuros, histeria, mezquindad... Puede que en sus casas sean buenas personas, pero se ve que en Guadalix todo se magnifica de verdad y GH está sacando lo peor de ellos.

Con este panorama, vendría bien un poco de humor. Las situaciones divertidas son esenciales en el desarrollo del concurso, pero eso también falta en esta edición. Están demasiado intensos, nadie parece disfrutar del show, nadie se deja llevar. Y ninguno produce la carcajada, no hay perfiles cómicos entre tanta riña.

De esta forma, GH17 sufre un casting que no cumple las expectativas que se esperan en un reality show de estas características. El conflicto es necesario, claro, pero este año falta el contrapunto de la víctima querible y del chistoso que te evade y produce la risa la audiencia. Falta lo más sencillo y lo más complicado: verdad, ya que es muy complicado creerse a nadie, ni siquiera a los que parecen estar enamorados.

Es fácil relacionar este casting fallido con unos datos de audiencia que, sin ser malos, no logran las cotas de anteriores ediciones. El casting de GH17 sólo conecta con los espectadores que son fieles acérrimos, pero no atrae a otro público potencia, ese que se engancha a GH por las historias atractivas que surgen en cada edición, como lo fue el año pasado la de Han y Aritz.

La gente no sólo busca gritos en la tele-realidad, sobre todo busca personas con personalidad en las que verse retratado. Los gritos cansan y llegan a molestar, y cuesta verse reconocido en un casting de chicos que parecen graduados en un máster de ver GH. Todos se creen que saben como funciona la tele y, como consecuencia, se dedican a forzar tramas olvidables, repetitivas y encima carentes de chispa o humor entrañable.

¿Es posible volver a lograr un casting mágico tras 17 ediciones? ¿Ha muerto para siempre la ingenuidad verdadera en Gran Hermano? El formato tiene su mayor talón de Aquiles de cara al futuro en esta dificultad para encontrar perfiles diferenciados de concursantes de veintitantos años que no se sepan cada recoveco del reality. Los concursantes de GH17 han crecido viendo GH. Y no hay nada más aburrido que verles participar en un juego en el que creen saberse todos los trucos.

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