OPINION

12 imágenes para resumir la televisión de 2016

bisbal y chenoa
bisbal y chenoa

2016 no pasará a la historia como el año que revolucionó la televisión. Al contrario, han sido doce meses en los que las grandes cadenas han funcionado principalmente por repetición. De hecho, el reencuentro de Operación Triunfo será lo más recordado de este tele-2016. En efecto, la reunión de los concursantes de un formato que triunfó hace 15 años es lo que más fervor ha despertado a la audiencia en lo que a programas de entretenimiento se refiere. Sintomático

OT, el reencuentro contó con todos los ingredientes para el éxito: nostalgia reciente poco manoseada - y lo suficientemente cercana en el tiempo para tocar la fibra de varias generaciones-, terapia de los triunfitos abriéndose en canal con los pros y contras de la volátil fama televisiva y, por supuesto, una buena historia de desamor. Y, claro, todo el mundo vio 'cobras' donde, en realidad, había un abrazo de esos que descolocan el alma.

La audiencia empatizó con Chenoa. En mayor o menor medida, todos nos hemos sentido igual que ella -abandonados, olvidados, dejados- en aquel día en el que las lágrimas caían sobre su chándal gris.  Y ya se sabe, la identificación siempre es buena aliada en televisión. Mejor si el público se siente reconocido en los personajes de la tele. De ahí que la otra revelación de la temporada sea Las Campos, el docureality que llegó en verano por sorpresa y que se está convirtiendo en salvavidas de Telecinco -en esos periodos en los que Mediaset necesita subir unas décimas de audiencia-. Terelu comiendo el churro define esa lucha de tantas y tantos por mantenerse en línea, comer sano y, por supuesto, terminar cayendo en la grasienta tentación.

Y en esa búsqueda de la empatía se sustenta la otra revelación inesperada de la temporada. Su nombre, First Dates. El espectador se cuela en citas a ciegas y, de paso, ama u odia a los comensales. Porque, por muy raros que sean, es fácil tomar partido por alguno de los tortolitos que acuden a la caza de pareja y pocas veces, por cierto, consiguen comer perdices.

En donde el amor sí ha triunfado es en las Galerías Velvet. Ana y Alberto ya son mujer y marido. Antena 3 cerró su serie estrella con el meloso adiós que ansiaba la audiencia. Había que dejar reconfortado al espectador, ya que un final no feliz no habría tenido sentido en esta ficción tan poco pegada a ningún tipo de realidad.

Ñoñería sobró en el final de Velvet y faltó en la edición número 17 de Gran Hermano.  Edición que nos deja dos lecciones básicas. Primera, un reality fracasa si se basa sólo en gritos. Segunda, evita que una presentadora carismática haga sombra a un nuevo presentador en su primer programa. O las comparaciones serán odiosas durante toda la temporada.

Gran Hermano no ha arrasado en audiencias como antaño. Pero existe otro reality que ha brillado en 2016, el reality de la política en vivo y en directo. Ferreras y su equipo han sido unos maestros en eso de incorporar técnicas del show business televisivo a la tediosa emisión política. Incluyendo politonos del móvil para avisar de novedades y 'últimas horas'. Unas emisiones trepidantes que, con ayuda del aluvión de grafismos y marcadores, han convertido la actualidad en un emocionante espectáculo al más puro estilo de los carruseles deportivos de la edad de oro de la radio.

Pero 2016 también ha demostrado que el periodismo sin fuegos de artificio es posible en la televisión de hoy. Lo evidencia Astral de Salvados, un documental que recuerda, a través de la televisión de masas, la esencia del periodismo audiovisual con conciencia y compromiso. El Salvados del Astral no tiene prisa en llegar a conclusiones, simplemente divulga sin miedo al silencio y sin temor a aguantar la duración de determinados planos.  Una película que retrata nuestro mundo y también el mundo que estamos construyendo, el derecho a la vida y el derecho a vivir, los egoísmos y el horror, la deshumanización de las instituciones públicas y los valores. El periodismo que servirá para estudiar y analizar nuestro tiempo en el futuro.

También servirá para analizar nuestra época El Ministerio del Tiempo.  Una serie que ejemplifica la esencia de la televisión pública. No sólo porque juega, crea y divulga con la rica historia de un país, también porque innova, arriesga y gana. Como ha sucedido esta producción rodando el primer episodio hecho en experiencia inmersiva de realidad virtual. El Ministerio ha llegado antes que nadie. Hasta los norteamericanos nos han copiado...

Con el riesgo, El Ministerio del Tiempo triunfó. Y con el riesgo, Vis a Vis perdió el norte. Otro aprendizaje que nos deja 2016: el riesgo es bueno siempre que el espectador no deje de entender la motivación de las tramas. Buena parte del público está a favor de las historias que se salen de los manuales preestablecidos para gustar a todos los públicos Vis a Vis lo ha demostrado en su primera etapa, aunque también avisó de que mucha gente se fue quedando fuera de la segunda temporada a medida que las tramas arriesgaban más y se volvían más oscuras. Quizá los guiones terminaron traspasando demasiados límites, y esto provocó un descenso de audiencias más allá de una mejor o peor estrategia de programación. Un descenso de audiencias que propició la no renovación de la producción.

Por suerte, en nuestra televisión hay espacio para todos. El éxito de Paquita Salas es el mejor ejemplo.  Una serie, gestada para la red, que narra los avatares de una entrañable representante de actores encarnada por un Brays Efe. El gran valor de Paquita Salas está en su inteligente y mordaz retrato del universo actoral (y los particulares managers de los artistas). Y ahí también se encuentra su contraindicación de fondo: puede que no sea fácil empatizar con el conflicto (al menos con el del primer capítulo) si no estás más o menos inmerso en la desconocida trastienda del micromundo de los actores y sus vaivenes. Porque la grandeza de esta ficción radica en que está llena de referencias y guiños a la profesión.

La audiencia generalista no comprende del todo el conflicto, ni falta que le hace. Porque Paquita tiene alma. Y lo transmite. No es un producto para la tele de masas y esa es la gran ventaja de la televisión que ya no sólo se ve por la televisión: las nuevas ventanas de acceso a contenidos hacen la industria audiovisual más plural, pues propician que se amplíen las posibilidades de inversores, guionistas y realizadores a la hora de arriesgar, innovar y crear historias diferentes, que conectan con una inmensa minoría y que, de otra forma, no tendrían cabida en los actuales canales tradicionales.

Para los grandes, muy grandes, públicos ahí sigue Cuéntame.  Tras la polémica por los deslices fiscales de sus protagonistas, la serie finalmente seguirá en TVE. Aunque el último capítulo de la pasada temporada parecía el último con una familia Alcántara saludando a su público, como los actores de su tiempo, en el escenario de un teatro vacío. Estaban como dando las gracias, como diciendo adiós con una emocionante y metafórica reflexión de Charles Chaplin en la voz adulta de Carlitos Alcántara: “La vida es una obra de teatro que no permite ensayos… Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida… Antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos“.

Y es que la vida termina sin aplausos. Esos aplausos que se escuchan, pero que jamás se ven. Como soltó un irónico Chicho Ibáñez Serrador a Buenafuente en uno de los momentos más emocionantes de la televisión de 2016. El gran maestro catódico apareció por sorpresa en el plató de Late Motiv e incluso dio un consejo a J.A. Bayona que allí se encontraba. De nuevo, Serrador daba en la diana: “Intenta traducir para el gran público lo que sientes, si no lo sientes tú no hay nada”. Parece una reflexión evidente, pero en ella está inscrita uno de los problemas de fondo de la televisión de este 2016: "si no lo sientes tú, no hay nada".  

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@borjateran

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