OPINION

CRÍTICA: Lo mejor y lo peor del estreno de 'GHVIP 5'

TERELU CAMPOS GHVIP
TERELU CAMPOS GHVIP

Telecinco ha entendido el cambio que necesitaba la franquicia de Gran Hermano. Y GHVIP ha regresado con más humor y menos música de tensión. De hecho, en la noche de estreno, el espectador se ha reencontrado con personajes entrañables de la historia de la tele. Ahí está Irma Soriano, Alonso Caparrós, Ivonne Reyes o una divertida Emma Ozores. El superpoder de este cuarteto está en que están curtidos en televisión y que, en principio, parece que van a relativizar su estancia en el show.

Y es que el fuerte de este Gran Hermano está en que los perfiles de concursantes están bien variados, por edades y personalidades, pero sin caer en el personaje vacío. Se ha buscando un casting más luminoso y profesional donde no tienen cabida escandalosos o frikis extremos como Aramís Fuster, que pueden corromper la convivencia. Casi todos tienen un trasfondo emocional o cómico que funciona a nivel televisivo y transmiten una energía que puede conquistar a un público más generalista que el habitual del formato. De Alyson Eckman a Toño Sanchís, el villano que tal vez no lo sea tanto. O eso intentará. Tampoco faltan esos personajes más de relleno. Que si un concejal del PP, que si una chica rica del universo de SuperShore...

Un primer programa que ha sabido construir una estrategia definida, abriendo con una querida Irma Soriano y la superdesconcertante alegría de bebé de Aless Gibaja. Incluso introduciendo a un falso famoso, Tutto Durán. Compositor de éxito que, en realidad, es cristalero. Aunque el golpe de efecto del show ha sido el anuncio a las 12 de la noche de la presencia de Terelu Campos, como dueña de la cocina. No entra a la casa como concursante, será una especie de cameo especial a partir del próximo martes. La hija de La Campos se ha convertido en un cebo imprescindible en la tele-realidad de Mediaset. Y el truco de su éxito está en que el espectador se ríe con ella. Justo lo que faltó en el anterior GH de anónimos.

Lo peor del programa ha estado en la cutrez de los decorados de las diferentes pruebas. Empezando por el supuesto despacho del director del programa, el Súper, donde Irma Soriano y Aless Gibaja tuvieron que pasar una prueba con ventiladores y folios volando. En ese caos, debían buscar unas llaves que no eran llaves: eran un dibujo de llave impreso en un papel. Vamos, todo muy low cost. La propia Irma soltó al director del programa que su despacho era un poco triste... Arrancar un gran show con un espacio tan claustrofóbico y tan pobre escénicamente es contraproducente para el formato en sí.

Por suerte, ahí estaba el maestro de ceremonias, Jordi González, que es de los pocos presentadores que sabe leer el autocue (el chivato que dicta el guion desde un aparato situado en la cámara) sin que se note. Entona la lectura con clase e incorporando una inteligente ironía que enriquece el show, conectando con la complicidad del espectador y entendiendo que, a veces, hay que ser un poco crítico con las entretelas del reality show. Porque Gran Hermano triunfa más y mejor si no se toma demasiado en serio.

Jordi González está cómodo, disfruta Gran Hermano y hace más grande el programa, pues da a GH la importancia que tiene.

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@borjateran

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