OPINION

Muere Paloma Chamorro, clave en la modernización de TVE

Paloma-Chamorro-TVE
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Estudió filosofía, pero decidió abrirse camino en el periodismo y la televisión, donde realizó programas culturales, de música y artes plásticas, como Imágenes, Trazos, La Realidad Inventada o la emblemática Edad de Oro.

Paloma Chamorro reinventó y popularizó la divulgación de la cultura desde la televisión en España. Una cultura plural que ya no tenía miedo a su diversidad. De hecho, Paloma concilió tendencias aparentemente inconciliables. De Joan Miró a Salvador Dalí, a los que entrevistó siempre con su enérgico sello impregnado de una imparable e incisiva curiosidad. No buscaba sólo el efímero titular, intentaba aprender de sus convidados.

"Más que en los genios, creo en los artistas", reflexionaba Paloma Chamorro sobre el arte en su máxima expresión, que tan bien retrató en los años ochenta. Su icónica y rotunda personalidad propia ayudó en esta tarea, pero sobre todo su ilusionante perseverancia, con la que consiguió levantar el programa musical más emblemático (y arriesgado) de la historia de RTVE: La edad de oro.

La edad de oro es analizado como el representante televisivo de La Movida Madrileña, aunque fue mucho más que eso. El programa llamó la atención a nivel internacional. Incluso se traficaba con las cintas de sus capítulos en un tiempo en el que aún no estaban popularizadas las emisiones transoceánicas.

Vanguardista y valiente, La edad de oro llenó el Estudio 1 de Prado del Rey de la cultura de su tiempo. Y Chamorro apostó por una cultura que se integraba sin cortapisas ni elitismos.  De la pintura a los grupos emergentes. Allí se vio desde al capitán de The Lord of the New Church -bajándose los pantalones- hasta al mismísimo Almodóvar con Fabio McNamara, soñando con unas vacaciones en Usera. Pasando por el multitudinario concierto de The Smiths, que organizó el programa desde el madrileño paseo de Camoens y que reunió a 300.000 personas.

TVE canceló La edad de oro por las presiones de los sectores más conservadores de la sociedad, que no soportaron el tan realista reflejo de la movida madrileña, con todo los excesos que ello conllevaba. En su despedida, Chamorro agradeció a seguidores y detractores. Lo hizo con la inteligencia de la corrosión, pues su voz iba siendo desvirtuada por el técnico de sonido a medida que decía adiós. Su tono vocal se fue mutando hasta ser convertido -literalmente- en el de un peculiar habitante de Lilliput. La risa era la mejor aliada para cerrar la intensa trayectoria, que no todos entendieron, de aquella edad de oro. "Este es un país adulto y plural, y por tanto se merece una televisión adulta y plural", defendía Chamorro.

Pero los archivos de La edad de oro siguen siendo hoy por hoy muy valiosos, pues inmortalizaron a una prolífica generación y radiografiaron las tendencias del arte y la música también en el contexto internacional. Hasta Pedro Almodóvar realizó un transgresor corto exclusivo para el programa.

"Nunca he buscado follones ni líos, sólo he buscado ensanchar los límites de la libertad de expresión en Televisión Española, peleando contra todos los convencionalismos habidos y por haber", explicaba Paloma Chamorro que, sin embargo, terminó por dejar el mundo de la televisión. Ahora toca aprender de su valentía, interdependencia, riesgo, temperamento -con cierta ironía- y sobre todo de su rigurosa y apasionante capacidad de mirar y descifrar las corrientes culturales para acercar su realidad y contexto a la sociedad a través de una televisión creativa. Habrá que buscar su estela, como decía aquella canción de Bernardo Bonezzi, en Groenlandia, en Perú, en el Tíbet, en Japón, en la isla de Pascua, en las selvas de Borneo, en los cráteres de Marte, en los anillos de Saturno. O donde haga falta. El tiempo no puede esperar. Descanse en paz.

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@borjateran

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