OPINION

Lo que aún no entienden los políticos de la importancia de RTVE

Pasaron las elecciones y la supuesta prioridad de los partidos de la oposición en recuperar la pluralidad de Radio Televisión Española se desvaneció.

Ya no hay campaña electoral, así que parece que, de momento, ya no es tan relevante activar iniciativas de calado para impulsar una corporación pública mediática que cumpla su función de servicio público. Y lo haga con amplitud de miras.

No nos engañemos, los responsables políticos están evidenciando que no entienden la importancia real de RTVE y, de nuevo, se quedan en la superficie, infravalorando su valor social y cultural. Mientras tanto, el descrédito de la corporación pública sigue creciendo exponencialmente y las nuevas generaciones ya no entienden la necesidad de una televisión pública. El motivo: el actual modelo de producción que, salvo excelentes excepciones -como El Ministerio del Tiempo (en la imagen)-, se vende con productos que van a rebufo de las cadenas privadas y no generan una alternativa marca de calidad que empatice con la audiencia. Como consecuencia, una parte de la sociedad piensa que la corporación pública, en vez de una inversión, es un gasto innecesario, terrible percepción social que a pocos parece preocupar.

Pero la culpa de este ocaso no es de la mayor parte de los profesionales de RTVE, que sufren como se coarta su trabajo periodístico y creativo. El trasfondo de este decepcionante panorama viene de las malas gestiones de aquellos políticos que aún no comprenden el sentido y significado de una televisión pública. Muchos cargos creen, con una absoluta normalidad, que TVE debe ser propiedad del partido que está en el poder.

Los políticos, y los ‘expertos’ que calientan sus oídos, entienden que la cadena pública debe estar controlada por el gobierno, ya que es una prebenda que se les otorga por haber ganado las elecciones generales. Aquellos políticos, tertulianos, editorialistas o analistas que piensan así crecerán el día en el que asuman y entiendan que una cadena pública realmente independiente, en informativos y en contenidos, será la mejor aliada para el propio Gobierno: fomentará la credibilidad de los representantes públicos y, también, fomentará un país más rico en confianza, cultura y creatividad.

Pero en España no se ha valorado ese activo social del servicio que puede ofrecer RTVE como institución abanderada en la producción propia de historias ya no sólo para nuestro país, también como referencia en el mercado mundial que habla el Español. Sin embargo, se suele menosprecia su función.

Da la sensación de que los actuales líderes políticos -de las principales fuerzas- confunden el valor añadido de una emisora pública. Sólo sienten la cadena como un altavoz informativo y no vislumbran ni por asomo su verdadera esencia: ser una factoría de contenidos en información y entretenimiento. Una factoría que potencie las capacidades de un país más emprendedor, más curioso, más inquieto. Una ventana abierta a un país que proyecta su talento y lo divulga a través de una plataforma mediática en abierto y con la libertad de vivir sin ataduras comerciales. Un país que. gracias a su radio televisión pública, fomenta las ideas, experimentando con la ficción, con la música, con los espacios infantiles de producción propia -los niños son el futuro al que cuidar-. Un país que, en definitiva, experimenta, abre a los ojos a su tiempo y arriesga en un entretenimiento que aporta curiosidad a la sociedad. al igual que las escuelas.

No es problema de presupuesto, el problema de RTVE está en que, hoy por hoy, la corporación tiene cierto miedo a las ideas  de su tiempo o, en su defecto, no cuenta con unos responsables con la amplitud de miras necesaria para entender lo que puede aportar una RTVE que ejerza de verdad de RTVE. Sin sibaritismos, sin elitismos, sin guetos. Como hacen los ingleses, como hacen los alemanes, como hacen los franceses con sus cadenas públicas. Porque la televisión pública, bien gestionada y con la visión suficiente, es un motor clave para el impulso social de un país como el nuestro. Un engranaje necesario como factoría creativa para un país más emprendedor y valiente. Como debe ser la propia TVE, una cadena valiente que no funcione como las emisoras privadas y ponga el foco en convertirse en un atractivo (y efervescente) punto de encuentro,  donde quepamos todos y todos nos sintamos reflejados.

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@borjateran

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