El pinganillo. Dícese de ese minúsculo aparato que sirve de chivato a los presentadores de los programas. Introducido en la oreja, el espectador rara vez se percata de la existencia de esta herramienta con la que se dan instrucciones a los maestros de ceremonias o colaboradores de los shows televisivos.
Aunque la utilidad del pinganillo ya no sólo se queda en programas de entretenimiento o galas con plató. El pinganillo también ha dado el salto a la tele-realidad, especialmente en los docushows, donde todo no es tan natural como parece.
El envoltorio de este género televisivo pretende que el público olvide que existen las cámaras y se cuele con los protagonistas de la trama en su íntima realidad. Una realidad sin intermediarios.
En esta tipología de formatos, que no se realizan en un estudio de televisión, podemos encontrarnos espacios como Mi casa es la tuya de Bertín Osborne (Telecinco), Pesadilla en la cocina de Alberto Chicote (La Sexta) o Este hotel es un infierno con Enrique Sarasola (DMax).
Tres programas en los que su anfitrión está en un espacio natural, ya sea entrevistando a una celebrity o lidiando con los desastres de un negocio de hostelería. Y los tres programas comparten una característica (casi) invisible: sus tres anfitriones llevan pinganillo.
En efecto, Bertín, Chicote y Sarasola tienen en común que portan este artefacto en el interior de sus oreja en las las largas jornadas de grabación. Pero, que nadie se asuste, no es porque hagan trampas para falsear la realidad. Sólo se trata de una ayuda para que controlen los tiempos, su colocación ante las cámaras (favorecer a la realización y no dar la espalda) y apuntar que no se olviden de nada relevante que debe surgir en la emisión.
De ahí que Bertín también lleve pinganillo. Porque, al final, aunque el programa no sea en directo y no ocupe un plató de televisión al uso, el comunicador principal, como conductor del espectador, necesita referencias para encauzar el guion. Porque los docureality también tienen un guion para ordenar y retratar bien la historia que se está rodando.
As se guía a los presentadores, así no se despistan, pues es fácil olvidarse de las necesidades de guion de un programa de televisión (tiempos, preguntas importantes, anécdotas a recalcar...) en medio de la campechanía de la tele-realidad.
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