La desaparición de los programas infantiles: los niños juegan en la televisión de los adultos

Este fin de semana, los niños vuelven a ser los protagonistas de la tele. Y por partida triple. No sólo regresa -en los viernes de Telecinco- La Voz Kids y sus niños folclóricos, también La 1 de TVE estrena -en la noche del sábado- dos programas sustentados en los más pequeños de la casa: Jugando con las estrellas, donde los famosos concursan junto a sus hijos, y El árbol de los deseos, espacio en el que alumnos de toda España cumplen sueños y reciben sorpresas en su propio colegio.

Tres programas con los niños como gancho. Y los tres se emiten por la noche, dispuestos a hacer trasnochar a la audiencia con la ingenuidad infantil. Pero, que nadie se confunda, estos tres formatos son programas protagonizados por niños, no pensandos para los niños. Porque, en la tele de hoy, los niños juegan en shows creados para sus papás.

Lejos quedan aquellos tiempos en los que TVE producía simultáneamente una veintena de programas infantiles que fomentaban inquietudes y creatividad en los más pequeños de la casa. En los últimos tiempos, los niños se han convertido en protagonistas adultos de prime time y su programación se ha centralizado en un canal infantil, Clan TVE, que se conforma casi en exclusiva con la emisión de series de animación, en su mayoría animación extranjera.

En esta marabunta, los niños se han quedado sin programas hechos por y para ellos. Sólo se ven por la tele haciendo de mayores, cocinando como chefs o cantando canciones de fonclóricas como si fueran una folclórica. Con mucho gracejo, eso sí.

Y, mientras tanto, la televisión pública se ha olvidado de uno de sus principales valores de servicio público: construir programas propios e identificables para los niños españoles, programas que conecten con la idiosincrasia nacional en donde los pequeños de hoy se sientan reflejados.

Como sucedía antaño con formatos como El Kiosko, Dabadabada, La bola de Cristal, No te lo pierdas, Pic-Nic o Cajón desastre. Este último es un buen ejemplo de aquella TVE que apostaba por unas nuevas generaciones desde la fuerza de las ideas y la imaginación que hablaba al chaval con la inteligencia que merecía.

Aquellos programas infantiles iban más allá del juego de patio de colegio, también tenían hueco para reportajes, ficciones hechas a medida con conflictos enriquecedores, magia, actuaciones musicales e incluso un apartado para la emisión de cortos. Eran tiempos de apostar por la educación desde la traviesa creatividad de la tele. Y esa apuesta siempre debería existir desde una compañía como TVE.

Pero los programas intantiles se han ido apagando. También la cadena pública ha perdido por el camino El Club del Pizzicato, el último show infantil de Televisión Española, heredero de El Conciertazo del gran Fernando Argenta, que mostraba una visión cercana, divulgativa y entretenida sobre la música clásica y diferentes artes escénicas.

Sin embargo, en Inglaterra el caso es diferente, pues la BBC, en su sólido modelo de televisión pública como motor social, sigue apostando por programas infantiles propios para la educación a través del entretenimiento e innovando con las nuevas tecnologías. También produce programas con niños haciendo de adultos, pero no se olvida de realizar programas de niños sintiéndose niños. Este tipo de shows, como el mítico Blue Peter, son lo más visto y siguen produciéndose sin cesar. Los ingleses entienden la importancia de este género infantil como servicio público, pues la televisión es una herramienta que, bien utilizada, siembra para el futuro y preserva la imaginación de las nuevas generaciones.

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