OPINION

CRÍTICA: lo mejor y lo peor de 'Jugando con las estrellas', el nuevo concurso de TVE

jugando estrella
jugando estrella

Los últimos estrenos de Televisión Española definen que su primera cadena buscar ser más familiar. Y, para empezar, la emisora pública está intentando recuperar el entretenimiento para toda la familia en los sábados noche, una franja que se había quedado abducida entre el cine y el debate político.

Jugando con las estrellas es el plato fuerte que ha abierto la regeneración de este prime time de La 1. Presentado por Jaime Cantizano, este programa nos presenta un juego divertido entre personajes populares que tienen que adivinar los  secretos de su día a día que van desvelando sus hijos o nietos.

Se trata de un curioso retrato de la mirada infantil sobre sus papás con el aliciente de que propicia situaciones hilarantes, pues las celebridades se sonrojan al ver las historias que narran sus críos sin demasiados filtros.

Un show buen rollista que, además, muestra el desparpajo de las nuevas generaciones y su ingenuidad ante artilugios de la vida cotidiana que (por suerte) aun no conocen de su existencia.

Después, para completar la noche, TVE también programa El árbol de los Deseos con Edu Soto, que viaja por colegios (principalmente de titularidad privada) de toda España para sorprender a sus alumnos a golpe de sorpresa. Lo malo: es un docushow, en el que todo está pregrabado sin plató, perdiendo esa cierta dosis de nervio de plató que necesita una trasnochada franja horaria de sábado como esta.

Los dos programas hacen un tándem interesante con los niños como protagonistas. Sin embargo, no terminan de destacar en audiencias. El problema de estos dos espacios está en que TVE no ha conseguido crear una sensación de acontecimiento con su emisión.

Jugando con las estrellas, a pesar de que cuenta con un buen guion y es bastante entretenido, está envuelto en una escenografía fría, con un plató en el que, a veces, parece que no hay nadie más que los famosos y su presentador, Jaime Cantizano, que reparte juego con empatía.

El estudio si tiene público pero casi ni se ve ni se siente - excepto risas, que podrían pasar por enlatadas). Tampoco ayuda que el sonido transmite un cierto eco de frigorífico que contagia en el espectador del programa una percepción de soledad y la escenografía no cuente con más profundidad. Una buena opción había sido plantar al público detrás de los famosos para dar más movilidad a los noventeros fondos de decorado.

Y la noche de los sábados, en lo que a formatos de entretenimiento se refiere, debe transmitir el cosquilleo festivo de que está pasando un evento irrepetible que si te lo pierdes no tendrás nada de qué hablar en el domingo. Estos dos programas lo intentan, pero no lo consiguen porque no están pensados para crear una cita jaranera en un sábado después de Informe Semanal.

@borjateran

Y ADEMÁS…

Lo que TVE debe aprender de su propia historia

> La gran mentira de TVE

5 prejuicios sobre TVE que debemos derribar para tener una televisión pública mejor

Mostrar comentarios