OPINION

'Malas Compañías': lo mejor y lo peor del estreno de Cristina Pardo en el prime time de 'Salvados'

malas compañias cristina pardo la sexta
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La periodista Cristina Pardo es uno de los grandes valores de La Sexta. Su carácter periodístico escribirá muchas páginas de la cadena y, esta noche, ya ha dado el salto al horario de máxima audiencia con Malas Compañías, un formato de la productora de Salvados. Y se nota, pues cuenta con mismo sello, un idéntico tono que cuida tanto la narrativa como la realización visual (la fotografía) y la puesta en escena.

Aunque en Malas Compañías las cabezas visibles que ocupan habitualmente las portadas de los periódicos pasan a un segundo plano para, en su primer capítulo, explicar la corrupción a través de personajes anónimos que, sin embargo, han sido claves en las oscuras tramas de las entrañas del poder de la Comunidad Valenciana.

Y el formato consigue su objetivo, ya que no se queda en la superficie efectista y logra profundizar en la esencia del periodismo: divulgar con claridad, concisión y astucia el hecho noticioso. En esta ocasión, esa corrupción política que ha copado la prensa en los últimos años.

Un reto que Pardo aprueba con nota.  Rápida de reflejos y directa, sus entrevistas no dejan a medias al espectador. La realización del programa también ayuda. Y es que cuenta con una estructura muy medida para que nadie se pierda. En este sentido, acertado ha sido integrar una función teatral, desde el teatro Principal de Alicante, con unos actores representando secuencias reales de grabaciones de la cara B de la mala política, sainetes que sirven para ilustrar de una manera televisiva distinta alguna de las entrevistas.

También interesante ha sido incorporar sobreimpresionado en pantalla un titular que precede cada conversación, como spoiler perfecto para dejar al televidente pegado a la entrevista con personajes como el enfermero Esteban Cuesta, el exconcejal Toño Sobrino o el fiscal anticorrupción Vicente Torres. Protagonistas que no son populares para el gran público pero que sí claves a la hora de entender el modus operandi de la corrupción.

Malas Compañías ha llegado por Semana Santa, fecha en la que disminuye el consumo televisivo y que, por tanto, es ideal para que las cadenas prueben nuevos productos. De momento, este espacio contará con dos entregas (la segunda el próximo domingo), pero puede transformarse en un buen recambio para Salvados. Eso sí, para no agotar la fórmula de Jordi Évole, se debería diferenciar con más fuerza la línea visual, que aún puede encajarse más y mejor con la irónica, incisiva y directa mirada propia de Cristina Pardo. Porque la debilidad del estreno está en que parecía una franquicia para mantener a los fieles de Salvados y no el programa cien por cien de Cristina Pardo que la audiencia espera. Pero tiempo al tiempo, esto sólo acaba de empezar.

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