OPINION

Revilla versus Aznar, el máximo frente al mínimo de audiencia de Bertín Osborne

aznar bertin osborne
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Dos políticos y dos datos de audiencia completamente contrarios. Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria, mantiene el récord de audiencia de Mi casa es la tuya en Telecinco con un 22,5 por ciento de share y 4.004.000 espectadores, mientras que el ex presidente del Gobierno José María Aznar se ha quedado con el mínimo histórico del formato de Bertín Osborne. La entrevista sólo interesó a un pobre 13 por ciento de share y 1.625.000 fieles. Difícil de pronosticar tan mal dato, sobre todo al ser una de las pocas comparecencias públicas del ex líder del PP. Sin embargo, la audiencia rehuyó el encuentro televisivo.

La causa de esta baja cuota está en que Bertín Osborne necesita un entrevistado simpático para triunfar y, en cambio, Aznar, con un tono muy serio, utiliza un lenguaje menos identificable para el espectador, que termina cambiando de canal porque no consigue ningún tipo de empatía, ni de la buena ni de la mala.

Aunque, en este caso, tampoco ayuda la habitual campechanía de Bertín, sello de la casa y esencia del formato, que resta interés a un encuentro como este, pues sin preguntas con espíritu más crítico Osborne no lograr humanizar a un invitado que no se sale de su cerrado y cuadriculado discurso. Una divagación que el público no termina de entender, menos aún cuando el presidente farda de estar orgulloso de la foto de las Azores. "Nunca he tenido mejor foto que la de las Azores", sentenció con una vehemencia despegada de la realidad social.

Todo lo contrario que Miguel Ángel Revilla, que se ha convertido en un político infalible a la hora de subir la cuota de pantalla. Por eso está omnipresente en todo tipo de programas y, de hecho, es de los pocos entrevistados que ha repetido en dos ediciones de Mi casa es la tuya.

Criticado como populista por algunos, el líder del Partido Regionalista Cántabro (PRC) está en contacto constante con la calle y sabe trasladar a la televisión la preocupación de la audiencia. Y lo hace con una pasión que no causa indiferencia. Lo ames o lo odies, te quedas a ver a Revilla.

Al final, a diferencia de Aznar, el presidente de Cantabria cuenta con un carácter que es imprevisible: da la sensación de que no se calla nada. Y esa personalidad aparentemente incontrolable, que lo mismo desvela un indiscreto encuentro con el Rey que denuncia una injusticia bancaria o consuma una oda a su tierra, Cantabria, propicia que el espectador se quede pegado al televisor.

Revilla intuye lo que el audiencia quiere oír, lanza en voz alta pensamientos que tiene en su mente el televidente y si hace falta juega con la campechanía de Bertín, incluso descolocando su guion. Y es que Revilla es un showman de la espontaneidad. Es probablemente un Bertín de la política.

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