OPINION

Eurovisión: aciertos y errores de la actuación de Manel Navarro en el eurofestival

manel navarro actuacion eurovision
manel navarro actuacion eurovision

Decía Manel Navarro que había estado practicando la mirada frente a un espejo para seducir con fuerza a las cámaras de Eurovisión. Y tanto ensayo se ha notado, pues el joven intérprete ha sabido dónde mirar y cómo hacerlo en su paso por la gran final del eurofestival 2017. De hecho, incluso ha guiñado un ojo al objetivo de cámara, al más puro estilo de grandes folclóricas. Como hacía Carmen Sevilla en su queridísimo Telecupón.

Sin embargo, a pesar de sus estudiada actitud ante la cámara, el representante español en este eurofestival no ha contado con una canción que haya traspasado y destacado lo suficiente frente al resto de intérpretes. Su voz estaba nerviosa, temblorosa y ha protagonizado un sonoro gallo, pasto de las redes sociales.

Pero tampoco ha ayudado la puesta en escena, la gran asignatura pendiente de España. Una caótica animación de elementos inconexos fosforitos (sombrillas bailongas, tablas de surf que parecen tiburones, un planeta Tierra que va y viene...) sin un orden lógico que no logra contar una historia que arrope y potencie al artista.

Al contrario, la escenografía diluye la figura de Manel Navarro. Para empezar, la dirección artística arranca con el fallido suspense de un grupo de chavales de espaldas mirando una gran proyección de planeta Tierra, que no se sabe muy bien qué pinta y lo que es peor: esta aparición de pandilla de amigos erosiona el protagonismo de Manel como intérprete solista y produce la sensación en el espectador europeo de que es una boy band.

Como consecuencia de esta y otras florituras sin un hilo argumental entendible que aporte y no distraiga, se desvirtúa el perfil de Manel como cantautor que canta un tema propio que contiene un mensaje sobre el poder del amor de tus seres queridos. En cambio, esta escenografía frivoliza este sentido de la canción hasta convertir el tema en una especie de bacanal en Pachá Ibiza.  Y ese es el problema que ha tenido Manel Navarro esta noche: su canción no ha destacado y tampoco ha contado con un envoltorio que potenciara su Do it for your lover.

Incluso se ha desaprovechado el momento en el que "surfean" sobre unas tablas de surf que se proyectan en el suelo. Este es el instante más efectista de la actuación y casi no se aprecia por las tonalidades elegidas. Tampoco Manel lo incentiva demasiado, ya que no marca lo suficiente el gesto de estar surfeando, como si le estuviera dando vergüenza ajena ese paso coreográfico. Y, claro, eso se contagia en cámara.

A su favor, ha estado la energía de la juventud que han desprendido Navarro y sus amigos. Ese era su sello de diferencia, la ilusionante energía juvenil, y por ahí se podía haber tirado a la hora de preparar este show para el eurofestival. Porque en Eurovisión es tan importante la canción como la narrativa que rodea la canción, pero en Do it for your lover no ha habido ni lo uno ni lo otro. Sólo el valor de la ingenuidad de la lozanía de un joven chaval al que tal vez la camisa hawaiana -nada que ver con la cultura española, por cierto- le ha quedado demasiado grande. Y es que, probablemente, Manel Navarro se ha presentado demasiado pronto a esa exposición perversa que supone representar a España en Eurovisión. Al final, sus nervios e inexperiencia han cobrado excesivo protagonismo. Por suerte, esta experiencia le servirá de máster para enriquecer su porvenir en el mundo de la música.

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@borjateran

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