OPINION

El éxito y fracaso del modelo de DKiss: así conquista su récord de audiencia un canal novato de TV

mi vida con 300 kilos dkiss
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Las grandes audiencias aún no conocen su nombre, pero ya es el canal de nueva generación de TDT que va destacando en el tablero de las cuotas de pantalla. Se llama DKiss, el pasado mes de mayo alcanzó el 1 por ciento de share y ha nacido de la alianza entre la radiofórmula musical Kiss FM -poseedora de una de las nuevas licencias de televisión digital terrestre- y la factoría internacional Discovery. De ahí la 'D' que se incorpora a la denominación de la cadena.

A diferencia de su canal competidor directo, Ten, que se lanzó al mismo tiempo y que ha logrado en mayo de media un pobre 0.3 por ciento de share, DKiss ha sabido definir su público para marcar territorio frente a la marabunta de cadenas de TDT, posicionando la marca en un calculado universo “femenino”.

Así, la compañía Discovery busca ampliar su posicionamiento en el mercado español, incorporando un tipo de público complementario al de su “masculino” primer canal en abierto en nuestro país, DMax (antes denominado Discovery Max).  Lo intenta a pesar de que la audiencia, cansada de tantas resintonizaciones de TDT,  ha perdido la curiosidad por descubrir nuevos canales temáticos en abierto, que percibe como más de lo mismo.

Una dificultad añadida que se soluciona acotando bien los contenidos, ingrediente principal que diferencia a la frecuencia del resto. De hecho, Dkiss ha sabido instalar una programación con una sello muy reconocible que se ha ido definiendo con el paso de los meses. La forma de conseguir este objetivo ha estado en centralizar su oferta de lanzamiento en un pequeño y manejable número de programas internacionales con fórmula de contrastado éxito internacional, que se han mantenido en emisión el tiempo suficiente para ver si cuajaba su aceptación.

Estos formatos se colocan en amplias y muy definidas franjas de la programación. Aunque cada show sólo dure media hora, se emite del tirón una tanda de capítulos del mismo programa, ya sean nuevos o reposiciones. De esta forma, el espectador localiza con el tiempo suficiente sus productos en tramos de programación largos.

El público no necesita saber la hora exacta en la que empieza el docureality de turno, pero interioriza que en la tarde, por ejemplo, está el docu Sí quiero mi vestido; antes de cenar, el famoso show de El Rey de las tartas Buddy Valastro o en la madrugada los ya famosos Cuerpos embarazosos.

La audiencia ubica sin esfuerzo los contenidos en franjas horarias contundentes. Es fácil encontrar aquello que te gusta. Y cuando lo encuentras, es complicado escapar. De hecho, la cadena ha pinchado con la producción propia española. Es el caso del reality de Ana Obregón o el espacio para buscar pareja (sin ropa) Desnúdame. A pesar del intento de crear versiones autóctonas, estos formatos no han destacado ya que su esencia no tenía un factor atractivamente diferenciador con otros programas ya vistos del mismo género y con una producción más fuerte desde otras cadenas más asentadas.

Ahí ha pinchado el canal, aunque al mismo tiempo ha ido testando los espacios favoritos de su público, como el descubrimiento del filón de los realities del proceso de adelgazamiento, que ya son infalible sello del canal y que prometen ser la tendencia que seguirá la emisora como marca diferenciadora.

Mi vida con 300 kilos: ¿qué pasó después? lidera el ránking de emisiones más vistas de DKiss, con más de 340.000 espectadores. Ahora el reto es producir en España este tipo de programas para llegar a un público más amplio gracias a un empático retrato de nuestra particular idiosincrasia. Pero la dificultad para DKiss está en dar con un casting de personajes, que sin el sobreactuado doblaje y la excentricidad norteamericana, contagie emoción a un espectador que con la producción española premia poder identificarse más que asombrarse.

@borjateran

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