OPINION

Supervivientes 2017: su ingrediente extra para el éxito (en el que tal vez no te habías fijado)

JORGE JAVIER CAE DEL CIELO
JORGE JAVIER CAE DEL CIELO

El reality arrasa en audiencias. Este jueves,  mantiene su fuerza con un elevado 27.9 por ciento de share y 3.090.000 espectadores

Casi dos décadas después de su estreno, Supervivientes mantiene su éxito. No sólo en audiencias tradicionales, también como fenómeno en redes sociales, siendo uno de los formatos televisivos que genera más comentarios de usuarios en plataformas como Twitter. A diferencia de la fórmula de Gran Hermano, que este año ha sufrido cierto desgaste de interés social, Supervivientes sigue en forma. El programa funciona porque no se limita a las peleas y enfados de los náufragos participantes y apuesta por galas en donde el humor tiene también un peso importante.

Supervivientes es un programa que no se toma demasiado en serio y sabe jugar con la comedia a través de la inteligencia de su maestro de ceremonias. Jorge Javier Vázquez, alma del reality, que, en cada gala, cuenta con la habilidad especial de saber observar y escuchar para recalcar lo evidente y lo menos evidente pero curioso de las situaciones que crea en directo el concurso. Con este desparpajo, el presentador propicia un clima familiar del que surgen bromas cómplices y preguntas traviesas.

Para alcanzar ese ambiente distendido, es fundamental que el conductor cuente con un buen casting y tiempo suficiente para observar y escuchar durante la emisión en directo. Jorge Javier lo consigue gracias a galas que priman las narrativas tradicionales del espectáculo televisivo, esas narrativas que no confunden ritmo con estrés. Que no intentan contar mucho para que, después, termine no entendiéndose nada.

De esta forma, el programa cuida detalles como introducir a su propio presentador con la pompa que merece. De hecho, en cada emisión, Vázquez aparece cayendo de una especie de columpio del techo del plató, envuelto en música épica y de una gran ovación que zambulle al subconsciente del espectador en la ebullición del show.

Ya en el centro del decorado, Jorge Javier tiene margen para hablar y bromear con los invitados en estudio. Supervivientes no se atropella a la hora de vender al espectador líos en la isla. Al contrario, construye el contenido de una forma más natural y distendida.

De ahí que fluyan los chascarrillos todo el rato. Hasta en las conexiones con Lara Álvarez en Honduras o durante las pruebas físicas, que han regresado al programa y que son un aliciente para generar aprietos y enfrentamientos más genuinos. Todo enriquecido por un Jorge Javier que con sus reflejos y salidas de tono va convirtiendo a los famosos participantes en el programa en brillantes personajes.

Ahí está el ingrediente extra para el éxito de Supervivientes. El presentador, con sus comentarios e interacciones, define con más fuerza la personalidad televisiva de los protagonistas del reality, fomentando brillantes perfiles de personaje que se complementan entre sí y, lo más importante, incluso se ríen de sí mismos. Porque, al final, eso es un show de tele-realidad: la evasión del culebrón que divierte. Y Jorge Javier atesora la intuitiva destreza de hacer más grandes los caracteres de los personajes que protagonizan ese culebrón.

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