OPINION

Cero (#0): debilidades y fortalezas del canal que quiere cambiar la TV de pago 'made in Spain'

cero movistar plus
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Cero (#0) es un canal exclusivo de Movistar Plus. Nació en febrero de 2016 para enriquecer la oferta de la televisión de pago en España en un nuevo escenario audiovisual, donde las compañías telefónicas empiezan a entender que ya no son sólo distribuidoras, también deben ser productoras de contenidos propios. Es la forma de crear una oferta consistente y complementaria a la de las cadenas generalistas y las factorías norteamericanas, como Netflix o HBO.

En ese sentido, Telefónica tiene una oportunidad de negocio, por su implantación -casi cuatro millones de hogares tienen Movistar Plus, lo que se calcula que se traduce en unos 11 millones de usuarios-, pero también como empresa española líder en el mercado en habla en español y con la capacidad de crear tejido industrial audiovisual dentro de nuestro propio país.

Sin embargo, la primera debilidad de Movistar Plus viene de su propio nombre: la marca Movistar suena más antipática al ser relacionada directamente con una compañía de telefonía. El espectador no farda de ser ferviente seguidor de Movistar Plus como sí lo hace, por ejemplo, de Netflix,. El canal Cero intenta poner remedio a este problema, lo intenta con un sello más rompedor (#0) y una programación que va directa a por contenidos que ya no se atreven a realizar las cadenas españolas en abierto. Los espectadores que se sienten huérfanos de otro tipo de televisión conectan, por tanto, con Cero, que se sustenta en producción propia de programas que el espectador no encuentra en las cadenas en abierto. Porque la televisión no es sólo cine, series y deportes como hasta ahora acostumbraban las plataformas de pago.

El reto de captar a un público que se estaba quedando excluido de la tele en abierto

Late Motiv con Buenafuente, Locomundo con David Broncano, Ilustres Ignorantes con Javier Coronas, Cero en Historia con Joaquín Reyes, El Puente con Paula Vázquez, Tabú de Jon Sistiaga, Cuando ya no esté con Iñaki Gabilondo o, ahora, Radio Gaga con Quique Peinado y Manuel Burque son formatos que apuestan con temáticas diferenciadas y comunicadores con nombre propio, que fidelizan otro tipo de público que está quedándose fuera de una televisión tradicional, atada a un prime time que trasnocha demasiado y con cierto pavor a arriesgar más de la cuenta, no vaya a ser que se asuste el público.

En su casi año y medio de vida, Cero ha demostrado seguridad para no ir a rebufo de las tendencias de sus competidores, ha evidenciado cierta intuición para innovar en contenidos comprometidos con su tiempo y ha puesto en valor los programas de entretenimiento. Sí implantan un reality, esta emisora no se queda en los preestablecido e intenta dar una vuelta de tuerca al género. Si diseñan un programa de humor, no temen demasiado a los límites del humor. Si dan luz verde a un concurso con preguntas sobre curiosidades de la historia, se busca un casting de cómicos que convierte un juego cultural en una revelación de audiencias.

Programas con tiempo y empaquetado perfecto para consumir 'a la carta'

Otra fortaleza de Cero es que sus programas no superan los sesenta minutos. Cada espacio dura el tiempo que debe durar. No se estira artificialmente desvirtuando el formato como acostumbra la televisión en España. Lo que facilita, además, el consumo posterior bajo demanda, en las plataformas online. Y ahí Cero está tomando la delantera en España como factoría de contenidos creativos, que no sólo se pueden medir con los audímetros tradicionales, pues este tipo de programas, por duración y tratamiento del contenido -con una factura visualmente más elaborada-, facilitan una segunda vida en un visionado a la carta que se terminará convirtiendo en la emisión principal.

Como consecuencia y de forma casi sigilosa, Cero está empujando hacia esa transición que las cadenas generalistas en abierto aún no se aventuran a realizar, ya que dependen de un modelo de negocio demasiado atado al dato de cuota de pantalla.

Retroalimentación de los contenidos de toda la plataforma de Movistar Plus

Ademas, Cero cuenta a favor que es un buen escaparate para las series originales de Telefónica, que llegarán en otoño a los canales de ficción de la plataforma, y que necesitan ventanas para promocionarse más allá del spot tradicional, integrándose dentro del discurrir habitual de los propios magazines que dispone Cero.

Aunque en el ámbito del magazine también el canal cuenta con otro reto: fortalecer las franjas de sus programas estrella para que sean más fáciles de identificar dentro de una parrilla que cuenta con programas acontecimiento con temporadas cortas (Tabú, Radio Gaga...) y necesita estructurarse con pilares diarios, que se mantienen como referencia en el tiempo. En este sentido, Buenafuente, ya consolidado como un formato que ha recuperado la esencia del late night -además de ser el estandarte de la emisora-, saldría fortalecido, por ejemplo, si Cero ampliara su franja diaria con otra tira cómica diaria posterior a Late Motiv, más golfa y complementaria a su contenido. Una táctica con la que se podría multiplicar el impacto del género de comedia como sello nocturno de la casa, generando más pluralidad de contenidos exclusivos que se expandan por la viralidad de las redes sociales -sketches, monólogos, parodias o acciones con el público que se comparten en Facebook, Twitter o incluso en el futuro más próximo en Instagram-.

El reto de más y mejor visibilidad fuera de Movistar +

Y es que la gran debilidad del canal sigue siendo que necesita más y mejor visibilidad fuera de la plataforma. Sus innovadores e interesantes contenidos de calidad lo merecen. Sin un canal en abierto -como era Canal Plus- para darse a conocer fuera de la órbita de Movistar Plus y atraer a nuevos públicos, Cero aprovecha las redes sociales como herramienta de proyección, especialmente con Youtube, donde se cuelgan casi todos los fragmentos de espacios como Late Motiv de Buenafuente.

Pero este sistema no es suficiente para fidelizar a un público hasta el punto de que se termine abonando a la televisión de pago. El siguiente paso es implicar al espectador potencial, que consume los momentos en redes como piezas independientes. Primero, haciendo al público más partícipe de la marca con acciones en directo, que se emitan en las aplicaciones 'live' de las plataformas online y que vendan los programas como un todo y no como parodias sueltas. Después, incorporando la interacción real de los usuarios con el discurrir del guion de determinados programas.

Porque, al final, Cero cuenta con una materia prima que puede ser un incipiente puente entre la televisión de hoy y la que viene. Los contenidos del consumo bajo demanda de programas de entretenimiento van por el derrotero que está abriendo con intuición Cero (#0): con una duración de emisión coherente, fácil de consumir en el lugar que quieras y con unos contenidos que recuperan el valor de la televisión de autor que confía en la inteligencia de su espectador. Y eso no es tan habitual como el propio espectador cree.

@borjateran

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