OPINION

Las cadenas de televisión superan el estigma de la 'telebasura'

salvame jorge javier belen esteban
salvame jorge javier belen esteban

El término 'telebasura' está en desuso. Fue en los años ochenta en Estados Unidos y, sobre todo a partir de los noventa, en España cuando esta denominación se instauró para catalogar aquellos programas que transgredían límites de la intimidad o caían en el espectáculo del morbo.

La prensa tradicional se apropió de la etiqueta de la 'telebasura' como herramienta que infravaloraba la televisión, poniendo el foco en criticar sus programas de corazón, late night o reality. El primer Gran Hermano se condenó incluso antes de nacer. La culpa de este movimiento anti-televisión estaba en que llegaban formatos que empezaban a experimentar con unas narrativas audiovisuales más feroces para atraer la atención del espectador y, de hecho, hasta los propios creadores trataran este tipo de productos con cierto sentimiento de inferioridad. De ahí que Mercedes Milá se creyera aquello de Gran Hermano como "experimento sociológico". El complejo obligaba a disfrazar el show de interés social.

En cambio, esta misma prensa dejó fuera del cliché de 'telebasura' a otros tipos de formatos, como debates o informativos. Cuando, por ejemplo, manipular interesadamente una noticia también debería ser considerado como 'telebasura'.

Porque hay muchos tipos de 'telebasura'. No obstante, esta controvertida denominación de origen sólo se focalizó en idénticos géneros, como si todos los programas de un mismo tipo fueran negativos. Reality, malo. Documental, bueno. Programa de corazón, malo. Telediario, bueno. Pero existen documentales con contenido vacío que son 'telebasura' y, al mismo tiempo, programas de cotilleo que son brillantes. Así Sálvame ha logrado perpetuarse  en la parrilla del canal principal de Mediaset creando un surrealista culebrón de la España folclórica. Puede gustar más o menos, pero está hecho con una imaginación comercial que conquista el interés de la audiencia a un coste muy competitivo para Telecinco.

Al final, desde las esferas de la cultura más excluyente, se intentó utilizar el nombre de 'telebasura' para delimitar los contenidos televisivos de entretenimiento y frenar, con cierto afán de superioridad de la prensa tradicional, la transgresión dentro de la televisión de masas.

Pero ya no se escucha hablar de 'telebasura'. El escenario mediático ha cambiado. Todos los medios han sucumbido a la búsqueda de la audiencia rápida, a base del clickbait (técnica para crear impactos que sumen tráfico fácil a páginas web). También la prensa clásica, con titulares que, a veces, poco o nada se diferencian a los cebos que utilizaba Aquí hay tomate en su edad dorada de Telecinco.

Aquellos que arremetieron contra la tele resumiéndola en 'telebasura' se olvidaron de que la diferencia entre buena o mala televisión no depende del género, sino de la calidad y la honestidad de las ideas que desarrolla cada programa y serie. El espectador no consume basura, consume ideas que aguantan en el tiempo si están bien cocinadas, ya sea un reality, ya sea un programa de corazón o ya sea un informativo. De ahí que ya pocos hablen desde sus tribunas de 'telebasura'. La televisión ha madurado para ser una referencia cultural por encima de etiquetas que adoctrinan y frenan la experimentación en nuevas ideas. Los programas de entretenimiento ya no tienen tantos complejos consigo mismos y el espectador (inteligente), que los sintoniza, sabe que siempre tiene la posibilidad de cambiar de canal cuando toca. E incluso de apagar la tele.

@borjateran

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