OPINION

El extraño caso de 'Empeños a lo bestia' y su relación con la televisión en España

empeños a lo bestia
empeños a lo bestia

El canal DMax se ha hecho con los derechos de emisión en España de Empeños a lo bestia, el docushow norteamericano que ha triunfado en los canales temáticos de Atresmedia en los últimos años. Este programa, que narra las surrealistas aventuras y desventuras de una de las casas de empeño más populares de Detroit, primero fue pilar de la desaparecida cadena Xplora (cerrada por el cambio de licencias de TDT) para, después, pasar como contenido destacado del canal Mega.

Ahora, la factoría Discovery se hará cargo de la emisión de los empeños en España, convirtiéndose en el canal de referencia en este tipo de formatos, ya que cuenta con una larga cartera de espacios de estas características: Pareja a la puja, Container wars Cazasubastas, Perdido, vendido o Me lo quedo, entre otros. Pero al canal principal de Discovery, DMax, le faltaba el rey de las subasta, que funciona por la explosiva mezcla de emociones que surgen del conflicto entre los miembros de la familia que regenta el negocio y la picaresca de los clientes de Detroit, una ciudad afectada por una longeva decadencia.

El buen rendimiento de Empeños a lo bestia, incluso, llevó a los responsables de La Sexta a dar luz verde a una versión española en 2014. Los reyes del empeño se llamó este remake nacional que fue un fracaso en audiencias, a pesar de intentar imitar modelos de éxito de la emisora verde como Pesadilla en la cocina o El Jefe Infiltrado.

¿Por qué triunfa la versión norteamericana y, en cambio, pincha la española?

La relación del espectador con este tipo de contenidos importados de norteamérica produce un peculiar efecto: el público disfruta viendo el panorama excéntrico de la versión original pero, sin embargo, no se cree la adaptación nacional.

Mientras que Pesadilla en la cocina se realiza en un ambiente de restaurantes reconocido e identificable para una audiencia que siente que puede ser víctima de estos bares insalubres, sufrir su caos y sus consecuencias, Los Reyes del empeño acontece en negocios menos familiares para la audiencia de masas y con clientes menos extravagantes que en el universo del sueño americano.

Para paliar esta debilidad, la productora del programa en España, Warner -entonces denominada EyeWorks Cuatro Cabezas- apostó por grabar el docureality en dos negocios, en vez de en uno. De esta forma, el programa contaba con más facilidades para desarrollar las tramas.

A pesar de ello, no fue suficiente. El contenido resultó flojo en comparación con las locuras de los norteamericanos, donde se puede vender desde una pitón a un ataúd. Y, tanto el doblaje exagerado como las situaciones rocambolescas que se producen en la grabación, convierten el docushow en una especie de telecomedia de lo absurdo. Pero sin estos ingredientes, sin doblaje y en un frío polígono industrial español, todo parece más cutre y, lo que es peor, más falso. Curiosamente la audiencia no se lo creyó y desconectó La Sexta. Justo lo contrario de lo que sucede con la versión original que, aunque no se lo terminen de creer, el televidente autóctono queda enganchado porque se sumerge en otra cultura exagerada y estrafalaria.

@borjateran

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