OPINION

El boom de castings que las cadenas de televisión graban (pero no siempre emiten)

casting ot participante
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La Voz, Operación Triunfo, Got Talent, MasterChef... todos los grandes concursos de éxito de la televisión trabajan tras un laborioso casting, normalmente de asistencia multitudinaria, que se graba pero que no se emite.

Un proceso de selección que es un espectáculo por sí mismo, ya que a la prueba acuden personas de cualquier tipo y condición, normalmente sin demasiado sentido del ridículo y dispuestas a casi todo con tal de salir por la tele.

Sin embargo, ninguna cadena se plantea realizar un formato propio con el contenido que generan estas audiciones, a pesar de que serviría para calentar motores como avanzadilla del estreno del talent show de turno.

En tiempos en los que para amortizar gastos las cadenas aprovechan prácticamente todo, el principal motivo de que ningún canal utilice las audiciones como programa propio de bajo coste está en que se considera que los procesos de selección no interesan al público de forma prolongada. Ver a un mal cantante realizar gorgoritos puede resultar divertido unos segundos pero no cuando participan en la prueba una larga lista de personas anónimas, lo que se traduce en hartazgo.

Aunque en la historia de la televisión sí que se han emitido fragmentos del proceso de casting como producto promocional de un gran estreno. Chicho Ibáñez Serrador fue pionero en este sentido. El maestro de la televisión realizó una especie de piezas de la selección de las azafatas del Un, dos, tres. Lo hizo cuando nadie conocía la palabra casting en los ochenta y lo volvió a repetir en el retorno del mítico concurso de Ruperta en 2004.

La tensión de estas audiciones de Un, dos, tres no dejaba indiferente al espectador, aunque sólo era un especial temporal pensado para generar expectativa convirtiendo a la audiencia en partícipe de los prolegómenos del show. Un metraje de los castings que nos ha dejado imágenes para la posteridad, como la manera en la que Serrador eligió a Silvia Masó como azafata de una de las ediciones más recordadas de Un, dos, tres. El nerviosismo del instante traspasa la pantalla. Un instante con un intenso Chicho que planificó un giro dramático final para arañar, una vez más, la emoción más inesperada en el espectador.

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@borjateran

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