OPINION

Los nuevos enviados especiales: la estrategia de convertir en reporteros a las estrellas de la TV

ana rosa quintana la rambla
ana rosa quintana la rambla

Los despliegues informativos de las grandes cadenas de televisión, tras los atentados de Barcelona y Cambrils, han desplazado a los propios presentadores de los programas estelares al corazón de Las Ramblas. Susanna Griso, Antonio García Ferreras, María Casado o Ana Rosa Quintana han salido a pie de calle, como si fueran reporteros callejeros.

De esta forma, los principales canales pretenden demostrar su compromiso con la información al trasladar a sus rostros más reconocibles al lugar de los hechos. Ya lo hicieron también después de los atentados de París, generando una imagen de información de primera mano. Aunque, en realidad, se trata más de marketing, pues ese trabajo se puede realizar con enviados especiales y con los presentadores principales controlando las conexiones desde su plató de Madrid.

Así se pretende demostrar la capacidad de reacción de las emisoras, que informan desde el mismo epicentro de la noticia. Las Ramblas se han convertido en el escenario de las cadenas con los viandantes transformándose en el propio público que rodea a los populares periodistas y que observa como todas las principales televisiones emiten desde el mismo sitio pero sin cruzarse entre sí, no vaya a ser que hagan publicidad de la competencia.

La Sexta ha sido pionera en esta táctica de programación, que congenia con su perfil de canal pegado a la actualidad. La cadena verde lleva años optando por enviar a los epicentros de la noticia a periodistas todoterreno que son muy reconocibles por el público. Como Ana Pastor o Cristina Pardo. El canal de Atresmedia apuesta por enviados especiales que el espectador conoce con nombre y apellidos y que, además, aportan argumentos desde su mirada propia. La audiencia quiere escuchar su perspectiva, el público espera con un interés especial su conexión en directo: sabe que no se va a encontrar un busto parlante contando una historia de memoria.

Es el nuevo escenario al que asiste la información en televisión, más dinámico y con menos complejos a la hora de adaptarse a los acontecimientos. La tecnología lo permite con más facilidad que nunca y las cadenas ya no necesitan un andamio, un elevado practicable o un autobús-plató al que subir a sus presentadores cuando se desplazan al lugar de la noticia. De hecho, mejor aún si ese presentador no esconde su móvil (como se hacía antaño en la obsesión de no saltarse los protocolos del periodista perfecto) para enseñar su iPhone a la cámara, ya que así parece que el comunicador está más conectado, en vivo y en directo, con sus rigurosas fuentes. Se acabaron, por tanto, los tiempos de los púlpitos que ejercían de barrera entre el periodista y el espectador, ahora directamente las estrellas de los magazines y programas se convierten en reporteros desde el decorado más poderoso: la realidad del lugar que protagoniza el suceso.

@borjateran

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