OPINION

'Soy una pringada', youtuber traicionera: claves de su asalto a la TV

soy una pringada youtuber traicionera
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Soy una pringada pertenece a la estirpe de nuevas celebrities de la generación youtuber. Una joven que ha canalizado su indignación contra el mundo a través de la red hasta convertir su ira en medio de vida. El mérito radica en que desata su odio con gracia, atreviéndose incluso con el humor negro, muy negro en ocasiones, algo que ha conseguido conectar con una audiencia joven y también con mucho que odiar.

Soy una pringada parece no tener filtro y ha sabido construirse un antipersonaje único. En actitud y en look. Como si hubiera salido del almacén de disfraces desechados de La Bola de Cristal, la pringada lleva un par de años despotricando contra (casi) cualquier cosa que no sea el programa RuPaul's drag race. Ese es su magnetismo. Es la Risto Mejide de las redes. La versión en 4G de aquel Risto de Operación Triunfo que se creó un malvado personaje con el que se atrevía a decir públicamente las maldades que el espectador pensaba en el sofá de su casa.

El secreto de Esty Quesada, que así se llama, es que se ríe de todo pero principalmente de sí misma, por lo que nunca deja de ser empática y coherente. Y además siempre aporta argumentos que apoyan su indignación al mismo tiempo que hace que el maquiavélico espectador se retuerza de risa. La maldad engancha, sí, pero sobre todo la maldad que convence porque está argumentada. Y Soy una pringada convence. Es lo que diferencia a este personaje de otros youtubers, que exhiben un impostado ambiente de felicidad artificial, grabada y editada a golpe de webcam y filtros de instagram. Estos otros youtubers suelen queda en evidencia si los enfrentas al vivo y el directo de una emisión en la radio o en la televisión tradicional, demostrando que no son tan ingeniosos como parecía o que no tienen discurso alguno que defender.

No es el caso de Soy una pringada, que ahora está explorando la vida más allá de YouTube, en radio y en televisión. Y lo cierto es que, fuera del hábitat en el que nació, también funciona, como puede comprobarse en el programa de zaping de tele Snacks, que emite los sábados Cuatro, o en espacios de emisoras como Los 40. Ella sigue transmitiendo incluso sin la edición de sus vídeos de la red, porque en un plató es igualmente ágil en ocurrencias y rápida en chascarrillos. Conserva además una ingenuidad salvaje que le permite decir lo que piensa sin reflexionar en el daño que puede hacer (como sucedió con su agresivo y viral vídeo sobre Carlota Corredera, gorda traicionera) o las repercusiones profesionales que le puede acarrear (como cuando habló mal de La que se avecina sin ser demasiado consciente de que estaba en un programa de la misma compañía que produce la serie, Mediaset, algo que molestó al creador de la comedia, Alberto Caballero).

Porque, al final, el éxito de Soy una pringada tiene mucho de esa tele que no teme tirar piedras contra su propio tejado. Como hacía Ángel Martín en Sé lo que hicisteis, pero llegando incluso más lejos. De ahí que esta youtuber sí puede que tenga recorrido en la pequeña pantalla. Dependerá de su capacidad para mantener su esencia tan políticamente incorrecta y no dejar que se la corrompan. De momento, dice que "antes que entrar en GH VIP me clavo agujas debajo de las uñas". Ni falta que le hace, porque ella ya es un reality en sí mismo, fruto de de una generación perdida que ha encontrado en la red una forma de expresarse y la posibilidad de transformar su odio a la sociedad en carta de presentación.

@borjateran

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