OPINION

Así ha sido el estreno de GH 18: lo mejor, lo peor y lo desconcertante de un tumultuoso retorno

gran hermano telecinco
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18 ediciones lleva Gran Hermano en España. Mucho tiempo para un programa de televisión, lo que convierte al reality en un formato viejo. Muy viejo. Con tantas temporadas a sus espaldas, es difícil ser original y, en esta edición, hay que valorar que el equipo de GH ha conseguido descolocar a la audiencia al introducir, en secreto, 100 posibles concursantes, que han convivido desde el domingo en la famosa casa de Guadalix de la Sierra.

LO PEOR

Tantos egos en la casa de Guadalix de la Sierra han convertido en una locura el reality de Telecinco. Incluso, por momentos, la introducción ha sido bastante estresante de seguir, ya que estos candidatos son tan incontrolables como ruidosos. Han saturado los micrófonos hasta los topes y GH ha parecido más una verbena que un show de televisión. Pero el programa sólo ha utilizado este tumulto inicial como excusa para impactar en el público y llamar la atención con un golpe de efecto nuevo.

Sólo unos minutos después, la multitud ha sido llevaba a una sala que emula al clásico 1984 (en la imagen). No obstante, la obra de George Orwell sirvió de inspiración para el creador del reality, John de Mol. Allí, en la nave, la masa ha ido siendo seleccionada como si fuera de un panel viviente del mítico juego ¿Quién es quién?. Entonces, la casa se ha quedado vacía y el programa ya ha ido presentando a sus concursantes reales en solitario, introduciéndoles en el juego como siempre durante una eterna gala. La primera elegida, una graciosa China de Lanzarote.

LO MEJOR

Gran Hermano ha aprendido de errores de la pasada temporada y ha vuelto a elegir un puñado de perfiles de concursantes con carácter cómico, elemento crucial para que respire un reality que no vive sólo de la pelea. Al final, GH es una tele-serie, a medio camino entre la emoción, el conflicto, el amor y la risa, que surge de la convivencia.

El año anterior, los participantes compartían un patrón demasiado monocolor, casi clónico, que no permitía una variedad de personalidades que creara héroes y antagonistas. De hecho, los grandes hermanos eran tan jóvenes y con tan idénticas expectativas (de fama televisiva cueste lo que cueste) que no contaban con experiencias vitales fruto de la edad que enriquecieran el programa más allá de una vacía pelea de gritos adolescentes.

Nada que ver con este GH18 que ha buscado un elenco de protagonistas más plural sin perder la perspectiva del público habitual al que va dirigido. Y, con estos mimbres, Jorge Javier Vázquez ha podido ser Jorge Javier Vázquez. El casting ha permitido jugar más al presentador que con su irónico desparpajo ha dibujado con fuerza el carisma, fortalezas o debilidades de los desconocidos nuevos grandes hermanos. Jorge Javier ha disfrutado esta primera gala, y lo ha contagiado al espectador.

Ahora habrá que ver la evolución de un veterano show que mantiene intacta esa emoción que desprende su icónica sintonía, que remarca los instantes más poderosos de la emisión, junto con el sonido ambiente del plató que siempre tiene el micro abierto. Las ovaciones, suspiros y quebrantos del fanático público en la grada del estudio imprimen de pasión cada situación que sucede en la emisión, aunque sea dentro de un vídeo enlatado.

LO DESCONCERTANTE

Gran Hermano engancha a seguidores como a detractores por el inexplicable magnetismo que desprenden esas extrañas personas que están dispuestas a todo con tal de encerrarse en una casa con desconocidos. Se emocionan como si no hubiera un mañana cuando son nombrados como concursantes oficiales del reality de Telecinco. Parece que están cumpliendo su sueño de toda la vida. O quizás es que, efectivamente, lo están cumpliendo. Y eso es tan hipnótico como desconcertante. O perturbador.

> El peor estreno de la historia de GH: análisis

@borjateran

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