OPINION

Improvisación: gran invento español

Unos maestros en el arte de resolver en un instante problemas de gran calado.

Más o menos esa es la definición del gran invento español de la improvisación. Se presenta un problema, llamas a un responsable, le dices que tienes un incendio, éste responde "eso está chupao" y ¡zas! Problema resuelto.

Las escuelas de negocio deberían crear un master en improvisación porque en este país los profesionales se pasan el día resolviendo "marrones", improvisando por aquí y por allá. No lo deben hacer muy mal porque estamos en la OCDE (los países más desarrollados del mundo), pertenecemos al primer mundo, ocupamos el puesto noveno o décimo, ya no me acuerdo entre las grandes superpotencias y las cosas siguen funcionando.

La improvisación es un desafío constante en el mundo de los negocios porque no se puede predecir todo. Tsunamis financieros, nuevas regulaciones, catástrofes inesperadas, sucesos imprevistos... No hay empresa que no haya pasado por esta experiencia y, al final, siempre se pone a cargo un improvisador o un equipo lleno de improvisadores que afronta la misión con ganas.

Para ser un buen improvisador, ¿qué se necesita? Rapidez mental, nervios de acero, optimismo, búsqueda y hallazgo de soluciones en milisegundos. Un improvisador es un bombero de empresa: le llamas, te apaga el fuego y se va.

Ahora bien, una cosa es improvisar ante un suceso realmente inesperado. Y otra improvisar por falta de planificación. Gran parte del trabajo de los mejores improvisadores de este país procede de la falta de planificación. Resulta que, arriba, a uno de los jefes se le olvidó hacer su trabajo y ahora hay que improvisar soluciones. ¿Les suena eso? Más o menos eso pasa en siete de cada diez empresas españolas.

Se improvisa porque no se planifica.

Pero también se improvisa porque se tiene un concepto relativo del tiempo. Por ejemplo, cuando estuve trabajando para una empresa alemana, me di cuenta de que esos señores se pasaban el día planificando. La interpretación de la palabra "planificar" es la siguiente: calcular el tiempo que toma hacer las cosas, y empeñarse en hacerlas bien en ese periodo.

Un alemán te decía: "Hay que hacer esto. Para hacerlo bien, tienes todo este tiempo (tiempo de sobra). Hazlo".

Y uno lo hacía. Y solía salir bastante bien. De ahí que Alemania produzca cosas tan bien hechas. Es ni más ni menos que planificar el tiempo en que tardas en hacer algo de manera perfecta. Pueden ser BMW, Audis, equipos de sonido, balanzas electrónica, aviones o utensilios de cocina. Están bien hechos porque, como los artesanos de la Edad Media, se tomaban el tiempo necesario.

Problema: si le dices a un alemán que aquello para lo que necesitaba un mes hay que hacerlo en una semana, se muere de un infarto. Se muere no porque no lo pueda hacer, sino porque sabe que lo va a hacer mal.

Y entonces llega un español y dice: "¿Una semana? Eso te l'hago en un plis plás. Trae p'acá". Lo hace desde luego. Pero existen serias dudas sobre el resultado de su trabajo.

La ventaja es que el español te saca del atolladero en momentos de crisis. Esa es su ventaja competitiva. El problema es que en España se improvisa por falta de planificación y demasiadas cosas salen a medias, sin completar, sin la excelencia necesaria.

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