OPINION

No somos griegos

Plutarco escribió un libro donde resumía la vida de quince egregios héroes griegos. No eran héroes mitológicos, sino  de carne y hueso: Solón, que creó leyes de Atenas; Licurgo, que fundó las reglas espartanas; Pericles, gobernante y mentor de las artes; Alejandro, el gran gobernante que extendió la cultura griega hasta la India... Y por supuesto, Chreos, el gran promotor de la deuda. ¿La deuda? ¿De tan lejos viene el problema?

La verdad es que he inventado este héroe griego porque Plutarco jamás incluyó a Chreos en su recopilación de vidas célebres. Lo he puesto yo porque he consultado un diccionario para buscar cómo se decía deuda en griego y me ha salido "chreos". Está latinizado, porque en griego se escribe χρέος.

Lo que ha desatado el vendaval financiero de las últimas semanas ha sido este héroe juguetón griego llamado deuda. Porque es un personaje mentiroso. Hace varios meses, el gobierno de Grecia confesó que había apañado su historia mitológica: no había héroes en sus cuentas financieras, sino sátiros y canes monstruosos porque en lugar de tener un déficit del 3% del PIB era del 11%. Había hecho trampa con su deuda disfrazándola, como hizo Zeus cuando se disfrazó de toro para enamorar a Europa, raptarla y engendrar hijos con ella.  ¡La historia se repite! ¡Europa engañada por el disfraz de los griegos!

¡Maldición!, clamaron los dioses del Olimpo, templo celestial que ahora está en Bruselas, ¡nos habéis mentido!

Resulta que Hellas, la Hélade, la patria de Helena por la que se desató la guerra de Troya, se ha inventado su propio pasado financiero. Ya sabíamos que lo de Aquiles y Patroclo, lo de Ulises y Agamenón era un poco exagarado. Ya sabíamos que era mitología, pero por lo menos era divertida.

Y ahora resulta que los griegos son unos mentirosos de tomo y lomo, y que siguen contando aventuras. Oh, no, por favor, con eso no se juega en la nueva Europa.

El problema es que otros semidioses, que son los que controlan el fuego divino (ahora se llama dinero), se enfadaron tanto que pensaron que italianos, españoles, portugueses y gente del sur tendrían mitologías parecidas y nos han metido en el mismo saco apagándonos la luz, y dejándonos unos días a oscuras. No señor, el Quijote podría ser un iluminado pero era esforzado y valiente caballero, y no decía mentiras. No era griego.

Nos ha costado un poco convencer al mundo de que no somos los griegos de hoy. Nos hubiera gustado ser Jasón y tener el vellocino de oro para protegernos contra el paro; nos hubiera encantado personificar a Hércules, ahora que tantos trabajos y tan duros se nos imponen; nos habría fascinando interpretar a Paris, y morir de amor.

Pero no nos gusta nada que nos pongan en el mismo saco de los griegos del siglo XXI porque las cuentas españolas serán lamentables pero son verdaderas. Ellos, los griegos, no pagan casi impuestos y todos evaden el fisco. Aquí tenemos un cancerbero llamado Agencia Tributaria que está considerado como uno de los guardianes del tesoro más eficientes del mundo.

Ellos, los griegos, tienen una banca que se dedicó a prestar dinero alegremente a los países del este europeo, y ahora esos países no saben cómo devolver el dinero. Nuestra banca está sana y salva. Quizá nuestras cajas no, pero podemos sobrevivir aunque no sean novelas ejemplares.

Ellos, los griegos, tienen una deuda, la famosa Chreos, que equivale al 100 de su PIB. La nuestra está por debajo del 60% del PIB.

De modo que, dioses del Olimpo financiero, no nos confundan con esos griegos. Quizá estemos pasándolo mal como el Quijote, que para comer tenía "una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos".

Pero no hacemos trampas.

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