OPINION

España ya olvidó la 'Ley de la Silla', una de las grandes reformas sociales

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Congestión en los ovarios y en la matriz, posibilidad de sufrir abortos y partos prematuros, deformidades en la pelvis y en los pies, enfermedades varias... Todo eso lo podían sufrir miles de mujeres que trabajaban de pie en comercios, almacenes, oficinas y otras empresas.

Para evitarlo, el gobierno español aprobó en febrero de 1912 una de las leyes más revolucionarias en el ámbito laboral: los dueños de esas empresas, tiendas o comercios estarían obligados a tener un asiento a disposición de estas mujeres trabajadoras. Se la llamó la 'Ley de la Silla', y fue una de las muchas normas que convirtieron al presidente de Gobierno José Canalejas, en uno de los grandes reformadores sociales de la historia.

Canalejas (Ferrol, 1854)  hizo mucho más. Aprobó una ley para limitar el trabajo en las minas; otra para aumentar la edad mínima en la que nos niños podían trabajar (diez años), creó la Inspección de Trabajo para hacer cumplir estas normas laborales, invirtió en obras sociales para la clase trabajadora las multas a los patronos por incumplimiento de esas leyes, prohibió el trabajo nocturno en talleres y fábricas a mujeres, creó el contrato de aprendizaje, fomento las casas baratas y suprimió unos impuestos (los Consumos) que castigaban a las clases más modestas.

Rebelión de los pobres

"Durante el siglo XIX, muchas revueltas populares se llevaron a cabo con el grito 'abajo los consumos'", dice el catedrático Alfonso M. García-Moncó en una reciente biografía sobre Canalejas realizada por varios autores. "Este impuesto sobre artículos de primera necesidad los encarecía y era particularmente odiado por las clases populares", añade García-Moncó. La razón era obvia: los humildes gastan casi toda su renta en productos de primera necesidad, mientras que las clases pudientes gastan apenas una pequeña parte.

Una de las obras más importantes de Canalejas fue la reforma fiscal. Aprobó un proyecto para potenciar la vida municipal corrigiendo las corruptelas y el caciquismo. Consistía en imponer unas contribuciones urbanas para que las obras emprendidas por los ayuntamientos las financiaran quienes se iban a beneficiar de ellas. Eso incluía impuestos sobre carruajes de lujo, pompas fúnebres, inquilinatos, billetes de espectáculos, juegos, casinos y otros recreativos, consumo de gas y electricidad así como obras costeadas por el ayuntamiento.

Introdujo sistemas de cálculo de cuotas individuales en función del valor del patrimonio y del incremento del mismo. Es decir, si el ayuntamiento hacía una carretera que revalorizaba un solar, el propietario del mismo que quisiera construir un edificio tenía que pagar más impuestos.

A su vez, para aumentar el suelo edificable, puso un arbitrio sobre los solares ociosos. Con ello pretendía evitar la especulación aumentando la oferta de suelo.

Algunos especialistas en derecho tributario elogian hoy la perfección de la base imposible de las leyes de Canalejas, incluso, más precisa y justa que en la actualidad.

Este proyecto de reforma tributaria, adelantado para su época, no logró aprobarse durante el mandato de Canalejas. Pero poco a poco se fue introduciendo en la economía española.

Pero la mayoría de los españoles no saben quién fue Canalejas. Considerado como un reformador de las leyes sociales, laborales y fiscales, hace hoy cien años murió tiroteado por un anarquista mientras echaba un vistazo a las librerías de la Puerta del Sol.

(El libro homenaje a José Canalejas está editado pro ediciones Cinca, en Biblioteca de Historia Social. Nº4.)

@ojomagico

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