OPINION

Guía para entender por qué Ángela Merkel se ha metido a los alemanes en el bolsillo

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En su primer fin de semana, poco después de llegar a Berlín, la corresponsal del diario El Mundo Ana Alonso se fue a comprar los periódicos.

Se presentó a la quiosquera y le compró muchos periódicos. Había que ponerse al día en su estrenado cargo y tenía todo el finde para empollárselos.

La quiosquera se los metió en una bolsa de plástico y le dio los buenos días. Encantada con su nueva clienta.

El fin de semana siguiente, la corresponsal repitió la operación. Compró un montón de periódicos y tras pagar, esperó que la quiosquera se los metiera en una bolsa. La quiosquera la miró con cara de sorpresa y la reprendió: "¿Por qué no ha traído la bolsa que le di la semana pasada?".

Esa quiosquera refleja cómo son los alemanes y cómo miran a los europeos del sur.

1. Los alemanes son ahorradores. Aquí llamamos a eso 'ser tacaños'.

2. Los alemanes tratan de contaminar lo menos posible, y con plásticos, ni digamos. Aquí a eso le llamamos 'pasarse de la raya'.

3. Los alemanes dan órdenes, en todas las escalas sociales, tanto para regañarte si cruzas un semáforo en rojo o denunciarte si chocas al vecino 'con un golpecito de na'. Aquí a eso lo llamamos 'un pueblo de mandones y soplones'.

El triunfo de la cesta de la compra

Eso es lo que ha transmitido Ángela Merkel en su campaña y eso es lo que gusta a los alemanes. Hay que ser ahorrador, ecologista, austero, trabajador y poner a la gente en su sitio si se salta las reglas. Como la foto de la víspera tomada por un fotógrafo de El País, donde Mutti Merkel hacía la compra en el súper.

Gracias a eso, Merkel ha creado una Alemania que 'va muy bien 'económicamente hablando.

La Merkel hace con los europeos del sur, lo que la quiosquera con la corresponsal. Nos están diciendo: "Hay que gastar menos, ahorrar más, cuidar el medio ambiente, no tirar el dinero en obras inútiles y hacer caso a las reglas, sean las normas de circulación, o la política monetaria".

El alma de los alemanes se refleja en sus bancos: están repletos de ahorros, y esos ahorros han servido para financiar nuestras casas en parte. Por eso no quieren que se siga prestando dinero a estos chicos del sur, tan generosos con su vida mediterránea.

Esa misma alma se refleja en sus supermercados: Lidl, Tengelmann o Aldi son sitios adonde los alemanes van a comprar aunque sea para ahorrarse unos céntimos. Uno de los programas que tuvo más éxito en nuestra década prodigiosa de principios del XXI, era uno donde un antiguo empleado de banca daba consejos sobre cómo ahorrar.

La vida de un alemán es trabajar, ahorrar, limpiar el coche los sábados a las cinco de la mañana, y luego venir a Mallorca a transformarse en Mister Hyde.

Admiración y recelo

Ellos no pueden ocultar que admiran nuestra forma de vivir, de disfrutar de los momentos de ocio, el sentido del momento oportuno... Somos dionisíacos. Sí, muy bonito, dicen ellos, pero no nos hagáis pagar a nosotros la 'fiesta'.

Los malentendidos entre alemanes y españoles nacen de esas diferencias que serán eternas.

En resumen, Merkel ha ganado porque representa el espíritu alemán de hoy. Ahorro, trabajo, austeridad, orden y respeto a las reglas. A veces, hasta lo insufrible.

Afortunadamente para nosotros, no ha obtenido la mayoría. Tendrá que pactar. Y pacte con los socialdemócratas o Los Verdes, nos vendrá bien porque esa oposición es la que -¡oh sorpresa!-, ha defendido más a los españoles, y ha pedido a Merkel que afloje un poco la disciplina y la dureza monetaria.

Lo siento Ángela.

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