OPINION

Pedro J. Ramírez: lo que hizo y lo que hará

pedro J
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El día más feliz de Pedro J. Ramírez fue el 4 de mayo de 1994. El Mundo vendió 710.000 ejemplares. La gente se lanzaba de cabeza a los quioscos para comprar una exclusiva: la entrevista con el hombre más  buscado del planeta.

Se trataba del ex director de la Guardia Civil, Luis Roldán: había robado dinero de los fondos reservados y había huido del país. La policía, los servicios secretos y la Interpol habían puesto toda su maquinaria en marcha para capturarle.

Y resulta que dos periodistas de El Mundo, Manuel Cerdán y Antonio Rubio, dan con él y le hacen una entrevista. Vaya ridículo de la policía española, del Ministerio del Interior, del Gobierno.

¿Fue un golpe de fortuna periodística?  Nada de eso.

La apuesta por el periodismo de investigación era una de las cualidades de Pedro J. Ya lo hjzo cuando era director de Diario16 con 29 años. Y luego como director de El Mundo.

De esas apuestas salieron desde el escándalo de la financiación del Partido Socialista con Filesa en 1990 hasta los sms de Luis Bárcenas, el extesorero del PP en 2013. "Si la izquierda te echa de un periódico (Diario 16) y la derecha de otro (El Mundo), es que eres un buen periodista", decía hoy el tuitero @avilleira.

¿Solo investigación?

Pedro J. logró reunir un equipo de profesionales que renovó muchas cosas en el periodismo: la infografía, el diseño, los grandes reportajes fotográficos, y hasta internet.

Además, Pedro J. era el mejor ejemplo del periodismo de autor. ¿Cómo explicarlo?

Hoy nadie sabe quién es el director de El País, ni de ABC ni de La Vanguardia, pero todo el país conoce al director de El Mundo, pues sus puestas en escena en la radio, en la televisión, en cualquier evento, son siempre llamativas, polémicas, provocadoras.

Esa publicidad hacía vender más periódicos, y a la vez aumentaba la figura del periodista-autor. La prueba es que cuando se abrió una cuenta en Twitter obtuvo decenas de miles de seguidores en pocos días, y dio lecciones a 'los que sabíamos de esto más que nadie'. Hoy tiene 225.000 seguidores. El director de El País tiene 36.000.

Yo trabajé diez años con él, de los cuales seis fui redactor jefe. ¿Cómo era este hombre en el día a día?

Pues bien, a las 10.30 de la mañana, los redactores jefe nos sentábamos en una sala con el director a analizar el periódico del día. Era una prueba de fuego porque mostraba tus errores, señalaba las erratas y reflexionaba sobre la competencia.

Y siempre Pedro J. tenía más información que nosotros. Yo me preguntaba, ¿cómo lo hace?

La noche anterior, el chófer le había llevado los periódicos de la competencia. Pedro J. los leía, llamaba al periódico y cambiaba páginas enteras con lo que pensaba que no habíamos valorado bien. Nada más levantarse, entraba en internet  y leía lo que le faltaba. De modo que en la reunión de la mañana con los redactores-jefe, el director ya tenía todo en la cabeza. Era como poner al jefe de la NSA en un consejo de ministros.

La segunda reunión tenía lugar a las 13.30 más o menos. Allí se cocían las ideas que iban a ir a la sección de opinión y Pedro J. estaba en su salsa pues debatía, opinaba e interpretaba la realidad. Tema principal: la política.

Las reuniones de portada de la tarde eran excitantes cuando había un gran tema: podía ser una investigación, un reportaje de un corresponsal de guerra, una entrevista exclusiva. Pero cuando no había tema de portada, lo mejor era no ser redactor-jefe porque la reunión se parecía a la caldera del infierno.

A lo largo de toda la jornada se paseaba entre las mesas de la redacción con el pinganillo de la radio y cuando escuchaba algo importante salía disparado hacia la mesa del redactor jefe de turno: deportes, economía, nacional... Entonces, lo veías venir y tenías unos segundos para entrar en el ordenador  y escribir URGENTE. Si encontrabas un teletipo con esa gran noticia, entonces lo recitabas y él se daba por contento. Pero si le respondías 'no lo sé' aquella noche te iba a sentar mal la cena.

Todo esto lo hacía Pedro siete días a la semana, 365 días al año. Por eso una vez le dije en broma que me iba a encargar una camiseta que pusiese: "Yo sobreviví a Pedro J.". Te gustara o no, al final te acabas convenciendo de que era la persona que más trabajaba en esa empresa.

Creo que una de sus mayores cualidades de Pedro J. es que cree mucho en sí mismo. Tiene enorme seguridad en sus opiniones. En sus decisiones. Pero esa enorme cualidad puede convertirse en un defecto cuando crees que no te equivocas.

Pedro J. ha cometido muchos errores que han costado dinero, pero yo no me siento capaz de juzgarlos porque también he sido director y también me arrepiento de muchos errores que cometí.

También creo que Pedro J. ha dejado escapar muchos talentos. ¿Se debe a su fuerte personalidad? ¿A sus obsesiones? A veces, se obsesiona tanto con el enfoque de algunas noticias que acaba quemando literalmente a quienes están a su lado. Gracias a eso, otros medios de comunicación están aprovechando hoy a profesionales formados en la escuela de Pedro J. Se fueron para siempre.

Muchos piensan que su salida de El Mundo es un alivio. También pensaron lo mismo cuando salió de Diario16.

¿Qué va a hacer ahora Pedro J. Ramírez? Lo insinuó en un encuentro que tuvo en la redacción de elconfidencial.com. Fundar un medio digital.

De modo que, a sus enemigos, les doy un consejo: pueden considerar esta tregua como unas mini vacaciones porque tarde o temprano Pedro J. va a volver.

No me lo imagino sentado en una hamaca de playa tomando un daiquiri, disfrutando de su indemnización de millones y leyendo las memorias de Fouché, el ministro del Interior de Napoleón.

Cuando Pedro J. se lance de nuevo, lo hará en internet y le sucederá lo mismo que cuando abrió su cuenta en Twitter: tendrá miles de visitas desde el primer día.

Es lo que tiene hacer periodismo de autor. Como Ferrá Adria, se retirará un tiempo de los fogones de la prensa. Pero luego volverá con más ideas y más incendiarias.

Que vayan preparando sus curriculums los estudiantes de Periodismo. Comienza otra era.

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