OPINION

Con qué facilidad los españoles pasan de 'estupendos' a 'explotadores de indios'

En América Latina se cuenta un chiste: va un latino por la calle y se encuentra a su viejo amigo español. En lugar de saludarle, el latino empieza a darle golpes. El español lleno de moretones, le pregunta: "¿pero por qué me pegas? ". Y el latino responde: "Es que los españoles nos cambiasteis espejitos por oro, violasteis a nuestras mujeres y nos tratasteis como esclavos". A lo que el español replica: "Pero eso fue hace 500 años". "Ya", dice el latino, "es que yo me he enterado esta mañana".

Cuando estalló el conflicto entre Sacyr y la autoridad del Canal de Panamá a finales de diciembre del año pasado, me pregunté cuánto iba a tardar en salir ese inconsciente colectivo latinoamericano.

Sabía que llegaría el momento en que acusarían a la empresa española de tratar a los latinoamericanos de "indios" y de acusarles de abusos históricos.

Cualquier español que viva en Hispanoamérica sabe que existe una sentimiento amor-odio hacia los españoles. Ese continente se siente agradecido porque millones de españoles han creado empresas y bancos,  han enseñado en sus escuelas y universidades o han invertido mucho dinero (y ganado) para mejorar carreteras, instalaciones eléctricas, aeropuertos y canales.

Pero cuando las cosas se tuercen, surgen los peores recuerdos de la historia igual que el chiste.

Cuando El Pais entrevistó al presidente del Canal de Panamá, este hombre no tardó mucho en quejarse diciendo que los españoles les querían tratar como a los indios del chiste.

El sentimiento colectivo es tan poderoso, que los hispanoamericanos de origen europeo se mimetizan con ese rencor hasta el punto de que culpan a los españoles de abusar de ellos.

A lo que muchos directivos españoles que van a Hispanoamérica siempre responden: "Perdona, habrá sido tu tatarabuelo que vino a este continente porque el mío no salió de Extremadura".

Cualquier agencia de comunicación afincada en América sabe que tiene que lidiar con este extraño sentimiento. Sabe que la prensa agitará ese fantasma de la colonización cuando las cosas se tuerzan, y que siempre saldrá un político arengando a las masas contra "los nuevos conquistadores españoles".

Ahora que el conflicto de Sacyr ha entrado en lo que parece un callejón sin salida, políticos y medios progubernamrntales se aliarán contra los españoles, como lo hizo Chávez o Cristina Fernández de Kirchner en situaciones parecidas. Hablarán de expolio, de saqueo, de soberbia española y sacarán todos esos fantasmas. Y lo harán para tapar su incapacidad de diálogo, su fracaso político o sus problemas económicos.

¿Y cómo ha respondido España? ¿Ha sacado la furia española? Nada de eso. La furia se deja para el fútbol. Las empresas españolas han mantenido hasta ahora un mezcla educada de contundencia y acatamiento, dejando a los tribunales internacionales la última palabra.

Pero tengo la impresión de que los medios españoles a veces nos dejamos llevar por el complejo del español "conquistador que abusó de los indios". O peor: sólo nos hemos  ocupado de los peces gordos.

¿Alguien ha sido la voz de los medianos empresarios españoles que ha perdido sus posesiones en ese continente, desde la revolución cubana hasta las expropiaciones de Chávez?

Sólo pondré un ejemplo: cuando Fidel Castro se apropió de hoteles, bancos y fabricas norteamericanas en Cuba, los norteamericanos reaccionaron con un bloqueo económico que dura hasta hoy.

Una postura que acepta la prensa americana porque la propiedad no se toca. Vienen a decir, "o nos devuelves lo que nos quitaste, o te mantenemos el bloqueo".

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