OPINION

Europa depende de Gazprom para ver la Champions: ¿vamos a enfadar a los rusos?

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Un incidente de Gazprom con Greenpeace es la analogía de lo que está pasando en Europa.

A finales de 2013, los ecologistas desplegaron una pancarta durante un partido de la Champions en Basilea. La pancarta decía: "Gazprom, no ensucies el ártico". Protestaban contra las prospecciones rusas en esta parte casi salvaje del planeta.

La UEFA abrió un expediente al club Basilea por permitir tamaño insulto en su estadio. ¿Por qué tanto miedo, señores de la UEFA, si se trataba de defender el ártico?

Porque Gazprom es uno de los patrocinadores de la Champions League, el mayor espectáculo deportivo de Europa.  ¿Vamos a cortar el grifo que financia nuestra pasión por el fútbol?

A escala diplomática, está pasando lo mismo. Europa no tiene energía. Compra gas y petróleo a la rusa Gazprom, de modo que los rusos aquí tienen la sartén por el mango. Suministran el 30% de las necesidades de gas de centro Europa (España lo importa de Argelia, afortunadamente).

Sabemos que los rusos se han anexionado Crimea, han tomado bases militares ucranianas, se han apropiado de su flota y han roto el consenso internacional. Pero, si protestamos contra los rusos, nos arriesgamos a que nos corten el gas.

Europa depende tanto de Gazprom -desde el fútbol hasta la energía-, que esta empresa se ha convertido en el brazo estratégico de Putin para establecer relaciones con la UE.

En 2012, la empresa alemana Basf llegó a un acuerdo con Gazprom por el cual, los rusos tomaron el 100% de Wingas, un almacenador y distribuidor de gas en Alemania. A cambio, los alemanes tomaron participaciones en reservas de gas al oeste de Siberia.

Greenpeace aprovechó el conflicto en Ucrania para denunciar el intercambio entre Basf y Gazprom. "Nos preocupa mucho que estemos aumentando nuestra dependencia de Gazprom en el momento en que Vladimir Putin ha abrazado el nacionalismo y está utilizando la política exterior con fines políticos internos", decía a Financial Times Marielouise Beck, parlamentaria del Bundestag por Los Verdes.

Greenpeace parece que es de los pocos que está diciendo la verdad en Europa. Se ha convertido en la mosca cojonera de Gazprom, lo cual es como decir, uno de los mayores enemigos de Putin.

Pero vayamos al fondo del asunto: la soberanía de un país radica (en buena parte) en disponer de fuentes de energía propias.

Pero Europa no es soberana en esa materia. Su respuesta a Rusia ha sido bastante débil. Si no fuera por los suministros de gas y petróleo de Rusia, Europa pagaría más cara su energía.

En el futuro, cuando las energías verdes permitan ser más soberana a Europa respecto a Rusia, la respuesta diplomática puede ser más dura.

Pero hasta que llegue ese futuro, la política exterior europea dependerá de lo a gustito que nos sintamos viendo la Champions en invierno con calefacción de gas gracias a los rusos.

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