OPINION

El Jefe Infiltrado: ¿un show o una lección?

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He visto el programa El Jefe Infiltrado de La Sexta, en el cual el máximo responsable de una empresa se disfraza de currito y se infiltra en su compañía para saber cómo se hacen las cosas.

En este caso, el jefe de Domino's Pizza se disfraza de aprendiz y se dedica a visitar algunas tiendas en Zaragoza.

¿Qué nos enseña de la empresa española? ¿Es solo un show?

Cuando El Jefe se sube a la moto y se va a repartir pizzas con otros empleados, comprueba que los chicos se saltan semáforos, los pasos de cebra y los stops. Luego habla a solas ante las cámaras, y echa la culpa a los chicos porque 'eso no está bien'. ¿Cómo? ¿Se entera ahora de que los repartidores de pizzas en este país se juegan el tipo para cumplir con el tiempo cronometrado de entregas?

Cuando uno de los repartidores explica que si no reparten a tiempo, los encargados les echan, El Jefe Infiltrado parece sorprendido. ¿Sorprendido? ¿No será que ante las cámaras no es sincero?

En otra escena, una chica muy eficiente explica que no acepta más responsabilidad en la tienda porque tiene un hijo pequeño y quiere estar con él. Justo lo que pasa a muchas mujeres a todos los niveles en las empresas españolas cuando tienen hijos. Sacrifican su desarrollo profesional por la familia. ¿Y El Jefe no se entera?

Un par de extranjeros llegan a una tienda, y no hablan español. Seguro que es una escena preparada. La encargada, con toda su buena fe, trata de salir al paso y al final acaba llamando a otra empleada que chapurrea algo el inglés. El Jefe está callado. Acaba de descubrir un fallo evidente en las empresas españolas: no hablamos inglés. Oh, vaya.

En otra ocasión, El Jefe y un empleado se visten de fichas de dominó y se van a repartir pizzas gratis y globos por los parques. Mientras El Jefe dice que está disfrutando, el empleado reconoce que le da un poco de vergüenza y la verdad es que no se esfuerza mucho. El Jefe no se lo explica. Claro, ¡es tan apasionante vestirse de ficha de dominó!

Pero el caso más ejemplar, es cuando cae en una tienda en la que el encargado, después de muchos años de trabajo, y de saber todas las habilidades, ser eficiente y currar como un condenado, solo tiene un contrato como 'auxiliar'. El hombre explica que, aunque está satisfecho de trabajar allí (y lo demuestra), no le llega el dinero y tiene que ir a los comedores de Caritas. Se echa a llorar delante de las cámaras. Pero hasta invita a cenar a su casa a su compañero de trabajo para que conozca a su familia.

La verdad es que muchos jefes en el mundo, sean dueños o gestores, no tienen MBA, no tienen idiomas, no saben eso del 'team building'. Muchos no tienen ni estudios.

Su virtud es que se han esforzado mucho, y han entregado su vida a la empresa. Se lo han currado. En serio.

Pero su defecto es que una vez que llegan arriba, se olvidan de los que ahora son los curritos.

El programa tiene algo de show. Vale. Pero sirve a muchos jefes para no olvidarse de cuando estuvieron abajo. De interesarse por la vida de sus empleados, de reconocer sus esfuerzo, de pensar menos en facturas y más en las personas, y en asumir con responsabilidad el estímulo de su plantilla. Y pagarles lo que merecen.

¿Harán todos los jefes de España alguna vez la tarea de infiltrarse?

(Post data: ¿he tenido suerte en mi vida? La inmensa mayoría de mis jefes han sido muy buenos)

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