OPINION

El hijo de dos trotskistas escribe "El capital del siglo XXI" y abre un debate mundial

le capital
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Hace algunos años, Thomas Piketty se puso a investigar las teorías de la desigualdad. Y se encontró con algo que le sorprendió: el capital crece más rápido que la economía. Y lo peor es que este patrón empeora con los años.

Bueno, ¿y?

Pues que siempre le irá mejor a quienes acumulen capital, que a quienes monten una empresa con su duro esfuerzo. Los rentistas ganan. Los currantes pierden. La humanidad en peligro.

Piketty convirtió todo eso en un libro de 700 páginas, empleó un lenguaje sencillo para que lo entendiera todo el mundo y lo tituló El capital en el siglo XXI. Sorpresa: el libro se ha convertido en un best seller en Francia, y sobre todo en EEUU, donde ha vendido más de 80.000 copias en dos meses, según New Republic.

Y Piketty ¿qué propone? "Lo que yo defiendo es un impuesto progresivo, un impuesto global, basado en la tributación de la propiedad privada. Esta es la única solución civilizada", afirmaba Piketty en una entrevista a The Guardian.

También defiende controlar los salarios de los superejecutivos, quienes, según él, movidos por su codicia, compiten unos con otros en convertirse en millonarios a cualquier costa. "Lo yo llamo el extremismo meritocrático", afirma Piketty. Esta competencia les lleva a olvidar la realidad, que fue lo que pasó desde la crisis de 2008, en la cual los gerentes de muchos bancos casi en quiebra solo pensaban en sus pensiones y sus salarios.

El caso es que Piketty y su libro se han convertido en las estrellas invitadas de la televisión francesa. Diarios como Le Monde o Liberation lo acogen como columnista de cabecera. En Reino Unido, los laboristas con los hermanos Milliband a la cabeza, devoran el libro de Piketty, y en EEUU, el Nobel de Economía Paul Krugman lo define como "un libro épico".

¿Quién es este Piketty?

Nacido en París, en 1971, en el barrio de Clichy, sus padres pertenecieron a Lutte Ouvriere, un movimiento trotskista que se implicó en mayo del 68, pero se desilusionó con sus resultados. Luego, como muchos hippies de su generación, se retiraron al monte a criar cabras. Pero el joven Piketty tuvo una buena educación, y sobre todo, sufrió una revelación cuando, tras la caída del Muro de Berlín, y con 18 años, viajó  por los países del Este: entonces decidió estudiar economía y matemáticas en la universidad

A los 22 años obtuvo un master en economía por la London School of Economics. De ahí viajó a EEUU, donde estudió en el Massachussetts Institute of Technology. Hoy dirige la Escuela de Estudios Económicos en París. Ha sido asesor de Segolene Royal, la candidata presidencial por el Partido Socialista a las elecciones de 2007. Entonces, Piketty se enamoró de una ayudante de Royal, la escritora Aurelie Filipetti, pero aquello acabó bastante mal.

Los economistas liberales se burlan de él, de sus impuestos y de su limitada visión de la economía. La izquierda lo como su nuevo padre teórico.

O sea, para unos es 'un rojo'. Para otros es 'nuestro rojo'.

Ese no debería ser el debate. Creo que el debate debería ser si su libro tiene algo que aportar a la economía del siglo XXI.

Uno de los comentarios más sagaces se lo leí a Moisés Naim, ex director de la revista Foreign Policy: afirma que hay libros que se ponen de moda porque aciertan con el espíritu de la época. Cuando cayó el Muro de Berlín, el best seller fue El fin de la historia de Francis Fukuyama, porque representaba el triunfo de la democracia liberal sobre el comunismo.

Cuando estalló la Guerra del Golfo, la Guerra del los Balcanes y se agudizaron los conflictos religiosos, Samuel Huntington triunfó con su El choque de civilizaciones, porque proyectaba el espíritu de su época. Y ahora, con la crisis financiera mundial desde 2008, en la que banqueros, intermediarios, brokers y capitalistas se han convertido en el Eje del Mal, el libro de Piketty coincide con el inconsciente colectivo.

Desde mi punto de vista, los agricultores, los empleados, las pymes, los bancos, las multinacionales y los capitalistas rentistas quieren siempre ganar más. Tener más dinero. Más patrimonio. Extenderse.

Y los gobiernos inteligentes tratan de que ningún grupo se sobreponga a los demás, que no haya oligopolios, que no se pacten precios de la electricidad y tratan de disminuir las diferencias.

Saben que las sociedades más estables son aquellas donde hay menos diferencias.

Aunque no he leído el libro de Piketty, cualquier economista sabe que, si subes mucho los impuestos, llega un momento en que los más ricos, encuentran fórmulas para evadir impuestos, retirar sus capitales a otros países, o simplemente ocultarlo.

Lo bueno del libro de Piketty es que haya puesto sus ojos en un fenómeno que es verdadero: la desigualdad está creciendo. Los salarios aportan cada vez menos a la economía, mientras que el capital aumenta su participación. Da igual ser de derechas o de izquierdas. Lo importantes es darse cuenta qué puede pasar en el futuro si continúa esa desigualdad.

Y es más rico un debate sobre el libro de Piketty que sobre las 50 sombras de Grey.  Ojalá suceda ese debate cuando llegue el libro a España en octubre de este año de la mano del Fondo de Cultura Económica.

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