OPINION

Por qué la Transición no cala entre los jóvenes y cómo explicarles el botón de autodestrucción

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Hace 40 años, los jóvenes de la Transición se mofaban de los viejos del régimen franquista llamándoles "el búnker". Gente antigua que no entendía la democracia y que se aferraba a los 'valores eternos' del Movimiento.

Y ayer en el programa de Jordi Evole, varios jóvenes criticaron a la generación de la Transición diciendo que estaba 'bunkerizada'. Decían que esos viejos habían mitificado la Transición y que habían creado una leyenda a través de los medios y de la propaganda.

La historia se repite: la gente joven no cree en los valores de la generación anterior. La prueba es que el 74% de los jóvenes entre 16 y 34 años quiere votar el modelo de Estado que se construyó entonces. ¡Oh, Dios mío! ¿Es que ponen en duda los valores de la Transición? Más o menos, sí.

Los viejos de hoy miran a los jóvenes y les dicen: ¿es que no entendéis lo que hicimos por vosotros? ¿No entendéis lo que sufrimos luchando contra los 'grises'?

Y entonces empiezan a contar batallas:

La crisis económica duró de 1975 a 1985: diez años. No solo fue un radical cambio de régimen, sino un terremoto económico y social. Hubo miles de quiebras, muchas de ellas de cooperativas de pisos por cierto. El paro creció año en año hasta que llegó al 15% (sin contar a las mujeres, pues no estaban en el mercado laboral). Hubo un intento de golpe de Estado. ETA asesinaba hasta 100 personas al año. La inflación llegó a ser del 26,4%.  Los empresarios huían a Suiza con maletas llenas de dinero. Hubo que desmantelar buena parte del sector industrial obsoleto. El país parecía que se estaba deshaciendo por todos los costados.

Eso fue lo que atravesaron los jóvenes en la Transición para traer un futuro mejor a sus hijos.

¿Y cuál es la situación de sus hijos?

No tienen empleo por mucho que estudien, no pueden formar una familia, no pueden acceder a la vivienda, y si acceden, tardan 40 años en pagarla, viven como becarios durante lustros, les empalman un contrato con otro, y encima ven que los del búnker han montado un tinglado lleno de políticos de todos los partidos salpicados de casos de corrupción, donde hasta la familia real está manchada, con sindicatos metiendo mano en los cursos de formación, y con grandes empresas gobernadas por gente con más de medio siglo de vida.  En resumen, el viejo régimen no les da paso al futuro.

Eso explica por qué la Transición no cala entre la gente joven. Cuando escuchan a los viejos hablar de las batallas de los 70 y los 80 parece como cuando uno escucha a los viejos rockeros de la movida madrileña con el pelo teñido y peluquines tratando de glorificar su pasado.

El modelo que han heredado los jóvenes no les da oportunidades: ¿qué van a hacer? ¿Quedarse con los brazos cruzados? Quieren cambiarlo.

Pero antes de pensar en cambiarlo, hay que explicarles algo.

Este país viene de fábrica con un botón de autodestrucción: entre el siglo XIX y el siglo XX tuvo el récord de guerras civiles de Europa, golpes de estado, pronunciamientos militares, rebeliones y desde luego, el récord de presidentes de gobierno asesinados: cinco, nada menos. Tiene además dos permanentes focos de secesión territorial: Cataluña y País Vasco.

En resumen, da la impresión de que este país está agarrado con pinzas.

La idea de poner a un rey como jefe de Estado no era para salir en las portadas de Hola! sino por situar ahí arriba a alguien que representase la continuidad, el equilibrio, la idea de unidad, dentro de un país en constante trifulca. Alguien que no viniese de ningún partido político y que permaneciese en el tiempo. Y, por supuesto, para que los militares, todos nombrados por Franco, tuviesen un capitán general al que obedecer, ya saben, olvidarse de rebeliones.

Imaginemos que se vota el fin de la monarquía:

¿Hay alguien en este país que tuviera tanto pegamento social como el rey en sus mejores años? ¿Cuál sería el impacto de la caída de la monarquía en las instituciones políticas? ¿Se acentuarían las rebeldías en las comunidades? ¿Qué dirían los militares si el secesionismo se lleva al límite? ¿Cuál sería el impacto en la economía?

Por cierto, que la encuesta diga que los jóvenes querrían votar el modelo de estado no quiere decir que se van a cargar la monarquía. Tras la entronización de Felipe VI vamos a asistir a una de las operaciones de marketing nobiliario más potentes de la historia reciente. Y entonces se verá si la monarquía recupera su prestigio entre los jóvenes o termina de arruinarlo.

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