OPINION

Caso Gowex: ¿qué pasa cuando el líder supremo se equivoca?

Jenaro García
Jenaro García
05/10/2012 Jenaro García, CEO de GowexMADRID ECONOMIA ESPAÑA EUROPAEUROPA PRESS/GOWEX

El líder entusiasma a la manada. El líder conduce a la manada. El líder se acerca al precipicio. La manada se despeña.

¿Qué pasa si el líder supremo se equivoca? Observando los videos de Jenaro García, líder supremo de Gowex, me asaltan las dudas más que nunca.

http://youtu.be/0CE4sn4938M

García era un buen comunicador. Todos creyeron en él hasta el último minuto.  Cuando ya se había destapado el fraude y cuando la acción se derrumbaba, dio un discurso al equipo (y por streaming a todo el mundo), donde seguía afirmando: creed en mí, creed en Gowex. Y en estos momentos la empresa ya estaba cayendo por el precipicio.

Con él se han hundido los empleados, los accionistas y supongo que los proveedores.

La pregunta es: ¿hay alguna forma de protegerse de estos líderes supremos?

No. Si te toca uno, te fastidiaste.

Y lo explico por dos razones:

La primera es porque en las empresas no existe democracia sino un sistema de elección de líderes a dedazo, que puede ser por el dueño (yo soy el que manda) o por los de arriba (el consejo). Incluso por los de afuera (una firma de cazatalentos).

La segunda es el papel de la masa. Nos gusta que alguien nos gobierne. Nos gusta que alguien nos dé discursos inflamados de futuro, nos gusta que alguien asuma esa responsabilidad.  Incluso valoramos a los jefes duros que nos ponen en nuestro sitio y nos meten caña. Así no nos dormimos.

Se está tan cómodo siendo un simple empleado...

Los empleados de Gowex estaban seducidos por su jefe porque, como me dijo una persona que le conocía de cerca, "es encantador", "es buena persona", "se porta bien", "sabe entusiasmar a la gente", "les ha dado un futuro prometedor"...

Jenaro García había cumplido perfectamente su papel de líder. Era el ejemplo. Estoy seguro de que muchas escuelas de negocios lo incluyeron en sus 'casos de estudio'.

Pero era un megalómano. Un ambicioso. Se creía su propio cuento de éxito. No le importó mentir. Se mentía a sí mismo, que es la peor de las mentiras.

Y condujo a la masa al abismo.

Muchos dirán que eso no pasa en los sistemas que permiten la elección de líderes por la masa: cooperativas y hasta partidos políticos. ¿En serio?

Eso es que no han leído el libro de Robert Michels Los partidos políticos. Decía este sociólogo alemán que los partidos políticos tienden a crear en sus senos oligarquías que se aferran al poder y que se creen con derecho a permanecer para siempre usando toda clase de trucos.

Y lo peor de todo, según Michels, es que a la masa le encantan los líderes que les seduzcan porque así se quitan de encima la responsabilidad de dirigirse ellas solitas.

En resumen, no hay forma de desembarazarse de los líderes malos porque cuando lo quieres hacer, el daño ya está causado. Ahí está Zapatero.

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