OPINION

Rescates: uno de los negocios más inhumanos y más viejos del mundo

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The New York Times afirma que España pagó más de ocho millones de euros en los últimos cuatro años para rescatar con vida a varios voluntarios españoles. Eso supone unos dos millones por cabeza.

Los pagamos a AQMI, la rama magrebí de Al Qaeda. Esa industria tan ominosa da dinero. ETA lo ha estado haciendo durante años. En muchos países de América Latina es todo un negocio que financia desde la guerrilla hasta a los delincuentes de poca monta.

Los secuestros realizados por piratas en el mar se han hecho tan famosos que hasta Hollywood produjo una película protagonizada por Tom Hanks (Capitán Philips), en la que da vida a un capitán de un carguero que en la vida real se enfrentó a piratas somalíes para salvar a su tripulación y su carga (ver foto).

Pero es una vieja industria.

El 26 de septiembre de 1575, un renegado albanés al mando de tres naves asaltó la galera El Sol en la que Cervantes regresaba de sus campañas navales del Mediterráneo.

Tras una brutal refriega, los berberiscos apresaron a los supervivientes y se los llevaron a Argel, puerto de corsarios y ciudad protegida por  jenízaros del ejército otomano.

Los corsarios se dieron cuenta de que el preso más ilustre era Cervantes, pero no por escritor, pues apenas había escrito nada reseñable, sino porque traía dos cartas de recomendación de alcurnia por su valeroso comportamiento en Lepanto (cuatro años antes). Los corsarios no iban a soltarlo sin pedir un buen rescate: 500 ducados.

Durante años, el dinero fue reunido por la madre y la hermana de Cervantes, pero insuficiente. Se añadieron lo óbolos de miles de cristianos en las iglesias del país, y por último,  tras cuatro años confinado en Argel, un grupo de monjes trinitarios comandados por el prior de la orden, Juan Gil, viajó a la plaza bereber para pedir la liberación de Cervantes.

Como los carceleros no rebajaban la cifran, los trinitarios lograron convencer a un mercader valenciano que hacía negocios en Argel. Se completó la cantidad justo cuando Cervantes estaba encadenado a una galera otomana para ser enviado como esclavo a Constantinopla, el gran bazar de las mercaderías humanas.

Aquel fue un gran negocio para el bajá de Argel.

Pues bien, en 400 años, secuestrar personas y pedir rescate sigue siendo un gran negocio para cristianos y no cristianos.

La diferencia es que, en  tiempos de Cervantes, los rescatadores eran una orden creada para liberar cristianos, y ahora lo hacen los servicios secretos y diplomáticos de cada país.

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