OPINION

La piratería digital es como las tarjetas 'black': piensan que no es delito

ocho ap
ocho ap

Ocho apellidos vascos ha sido el éxito del cine español de este año. Los espectadores acudían a las salas arrastrados por el boca a oreja.

El día en que salió la versión en DVD,  alguien la subió a internet. De ahí fue saltando de una página a otra y se acabó la recaudación. Podía haber seguido produciendo beneficios y ayudar al mundo de los técnicos de cine; a hacer más películas. Pero no. Ese fue el final para la cinta producida por Telecinco.

La piratería ha llegado a tal paroxismo que cuando Antena 3 subía a su web los capítulos de la serie El Tiempo entre Costuras, la gente, en lugar de verla gratis en la web de la cadena, la pirateaba y subía enlaces con los capítulos. Entonces Antena 3 tenía que contratar a una empresa especializada en buscar y borrar enlaces.

Piratear obras de creación es muy antiguo. En enero de 1605, dos meses después de que Cervantes publicase la primera parte de Don Quijote, salieron ediciones piratas en Valencia y en Portugal. Cervantes y su impresor trataron de detener las copias pirata.

Atraídos por el éxito del libro, impresores italianos consiguieron una copia de Don Quijote  y la tostaron letra a letra. Sacaron su propia edición pirata. Lo mismo hicieron los impresores franceses e ingleses. Sacaron Don Quijote en castellano, sin subtítulos, por decirlo así. El  español era el idioma de la mayor superpotencia del planeta entonces.

Pero que sea difícil de perseguir no quiere decir que vayamos a quedarnos de brazos cruzados. Todos habríamos apoyado a Cervantes entonces. ¿Y ahora no?

Antena 3 ha lanzado una campaña en TV para que la gente entienda que si colabora con los piratas o usa contenidos ilegales, desaparecen muchos puestos de trabajo. Detrás del cine, por ejemplo, hay muchos profesionales. Yo me dediqué al cine antes de ser periodista y si siguiera en esa industria sería uno de esos puestos de trabajo que podrían esfumarse por la piratería.

Lo que más me llama la atención no es la piratería, sino la cantidad de gente que la defiende porque casi lo ve como algo de los tiempos modernos, de la era de internet, y de la libertad. Un derecho digital o algo así.

Hace poco un directivo de Antena 3 me contaba que tuvo una conversación con un bloguero que defendía la piratería de películas y series. Era un bloguero que decía 'no al copyright', 'no a la propiedad artística', 'viva la apropiación popular de los medios de producción intelectual'.

Este bloguero daba clases en una universidad. Cuando el directivo de Antena 3 le dijo qué tal le sentaría que no le pagaran por sus clases y que fueran emitidas por webcam a todo el mundo, el bloguero respondió: "Bueno, es que eso es diferente".

No es diferente, chaval.

Lo que pasa es que no te gusta cuando te toca a ti.

Esto es como las tarjetas black de Caja Madrid. Piensas que es estupendo disfrutar de esa ventaja cuando es a coste cero. Pero si te pillan no puedes decir eso de 'hombre, pensaba que no tenía que declararla'. Pues resulta que estabas cometiendo algo ilegal. Y ahora te fastidias. No llores.

Un estudio realizado en 2013 decía que la mitad de los internautas han pirateado pelis, libros, videojuegos o música.

El informe es muy gracioso: uno de cada cuatro dice que piratea porque 'todo el mundo lo hace'. Uno de cada cinco, porque 'no perjudica a ninguna industria'. Hay que ser inocente o cándido para decir eso. Me recuerda a las excusas que ponen algunos de los implicados en las tarjetas black de Caja Madrid: como todo el mundo lo sabía... pues yo también lo hacía.

Según el informe sobre la piratería (de La Coalición y GFK), el cine recaudaría en España más de 1.000 millones de euros al año. Pero solo recauda 634 millones por culpa de la piratería.

Entiendo que mucha gente diga que piratea esas obras porque no tiene dinero. Pero que se queje cuando el Estado quiere aplicar la ley me parece infantil.

Eso es tener la mente en black.

Seguir a @ojomagico

Mostrar comentarios