OPINION

La revolución de los precios bajos

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La última sensación en Madrid es visitar Dealz. Un súper que ofrece todos los productos al mismo precio: 1,5 euros.

Se abrió la semana pasada y ya ha corrido por boca de todos. Dealz es parte del grupo británico Poundland, que tiene 500 tiendas en Europa (Irlanda y Reino Unido), y que promete abrir muchas más en España.

Hace unos años, parecía que se nos había olvidado regatear o preguntar si había descuentos. Los restaurantes se forraban cobrando precios estratosféricos por menús  de medio pelo, los supermercados vendían todo lo que ponían en las estanterías, y los talleres de coches colaban cualquier reparación.

Desde hace tiempo eso se acabó. La crisis ha impulsado la  búsqueda de precios bajos.

Los restaurantes, bares y cafeterías no solo han puesto el menú diario por debajo de 10 euros, sino que han cambiado el menú de 'dos platos y postre', por 'un plato y postre', y casi a la mitad de precio. Y hasta hay menús baratos en el fin de semana, cosa que antes no sucedía.

Hay cadenas como Copas Rotas que sirven copa y pincho por dos euros. La Sureña que ofrece cinco botellines de cerveza y un plato de jamón por seis euros. Otra cadena llamada Mercado Provenzal ha batido esos precios. Cañas por 0,40 euros.  Refrescos a 0,6 euros. Montados a un euro.

Y para el desayuno, las cafeterías están revolucionadas con Granier, una cadena que ofrece tres cruasanes por 1,5 euros.

En todos los sitios hay ofertas, rebajas o descuentos permanentes. Ropa, cosméticos, tapas, libros, cesta de la compra... Hasta el sector de los cines ha rebajado las entradas: llenan los cines.

Y si nos vamos a internet, nos encontramos con rebajas brutales: puedes comprar ropa, pizzas, móviles y ordenadores a precios de risa.

Pues bien, parte de esas ofertas de precios bajos se deben a los inmigrantes. La salida de una enorme cantidad de extranjeros que ya no encuentran empleo en España ha dejado a muchos comercios sin clientes. Y para recuperarlos se han lanzado a esta guerra de precios.

Hay más razones. Los españoles parecen alemanes: buscan precios bajos hasta con diferencias de céntimos  Como nos queda poco dinero después de pagar facturas y deudas,  gastamos solo en lo esencial o en aprovechar ofertas con Groupon y El tenedor. Antes nos daba un poco de vergüenza. Ahora, no.

Incluso hacemos turismo low cost. Combinamos un viaje en avión low cost con un hotel hiperbarato, y en lugar de una semana, estamos tres días.

Eso explica en buena parte que llevamos varios meses con inflación negativa. Cosa insólita. La palabra correcta en castellano debería ser deflación. Pero no la quieren pronunciar porque se asocia a un peligro económico muy feo.

Cuando los comercios tienen que bajar y bajar los precios para seguir vendiendo, llega un momento en que no ganan mucho por producto, y para compensarlo, despiden a parte de su plantilla.

O bien puede suceder lo que se llama la 'espiral viciosa': los clientes, al ver que los precios bajan, retrasan sus compras a ver si las tiendas los rebajan aún más; las tiendas, al ver que venden menos no solo rebajan y despiden, sino que encargan menos productos a las fábricas. Al final, entre el paro, y la falta de consumo, la economía se paraliza.

La parte bonita de la historia es que los clientes están encantados.  Te hacen rebajas hasta en los pisos. Los camareros te atienden mejor y te regalan el café, las empresas de telefonía se arrodillan para que no te vayas, las tiendas de electrónica te venden televisores a 36 meses sin intereses, y en el súper te dan vales descuento a cada rato.

¿Quedarán estas buenas costumbres cuando la economía se recupere? Creo que muchas de ellas se quedarán para siempre porque los españoles han aprendido a convivir con esta revolución de precios bajos.

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