OPINION

Temple Grandin, la autista que entendía a los animales y diseñaba granjas modelo

temple grandn
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A los tres años, un médico le dijo a la madre de Temple Grandin que la niña tenía problemas cerebrales. Hasta entonces todo había ido más o menos bien, pero cuando la niña empezó a rechazar abrazos, pensaron que eso no era normal. No lo era. En el colegio los niños se apartaban de Temple porque la veían como la chica rara que repetía las frases sin parar, razón por la cual la llamaron 'la grabadora'.

La 'grabadora' solo se sentía feliz montando a caballo en Arizona.

Cuando tenía 16 años, vio cómo unos granjeros usaban planchas metálicas para inmovilizar a los animales cuando venía el veterinario. A los animales parecía gustarles este apretón de modo que Temple se fabricó uno casero para ella.

Y fue tan eficaz que se lo llevó a la universidad, donde lo usaba para darse apretones cuando se sentía mal, entre clase y clase de Psicología. Cuando se graduó Temple, se hizo un master en ciencia animal, y se dedicó a visitar en granjas.

http://youtu.be/fn_9f5x0f1Q

Un día se dio cuenta de la forma brutal en que conducía a las vacas a los mataderos. Durante el camino, pasaban por una especie de lavadero, que tenían que cruzar flotando. Muchas morían ahogadas o por estrés. Temple diseñó un sistema que evitaba el pánico y que facilitaba el proceso.

Gracias a eso, se convirtió en la mejor diseñadora de granjas de Estados Unidos, y también en una esperanza para los padres con hijos autistas. Cuando inició sus conferencias en la Asociación de Autistas de EEUU, la audiencia estaba repleta de familias con hijos que padecían ese síndrome. Al final de la charlas, los padres le preguntan cosas como por qué sus hijos se tapaban las porejas, por qué no me mira, por qué tiene estas y otras manías...

Grandin les expuso las razones, contadas por una persona con autismo.

La charla más espectcular es la que dio en las famosas conferencias TED. Vestida de vaquera, explicó su vida y sus inventos. Al principio parece ser una persona corriente pero al pasar los minutos (ver arriba), hay algo en su forma de hablar y de expresarse que denota una extrañeza.

Temple escribió sus vivencias en el libro Pensar en imágenes (Alba Editorial). Es también un ensayo sobre la forma de pensar de los autistas.

Los autistas no despliegan muchas habilidades sociales: les cuesta relacionarse con los demás, hacen movimientos repetitivos, pueden tornarse agresivos si se les saca de la rutina, no entienden las metáforas, ni los chistes ni los doble sentidos, y viven en un soliloquio de imágenes y sonidos.

Temple afirma que era capaz de imaginar perfectamente sus granjas antes de dibujarlas en un papel y por eso su libro se titula Pensar en imágenes. En 2010 se hizo un largometraje que reproduce los padecimientos de niña y su forma de visionar objetos y animales. Hoy tiene una web donde enseña a educar niños y a que no se trate a los animales como cosas. Tiene 68 años.

No todos los autistas son como Temple. Hay muchas gradaciones y es un padecimiento con grandes lagunas científicas. Se sabe que hay algunos con cualidades extraordinarias, los llamados savants (o sabios), que tienen memoria infinita, y pueden reproducir cada día de su vida como si fueran una cámara de cine.

Afortunadamente, desde que el pediatra austriaco Hans Asperger se fijó en ellos a mediados del siglo XX, ya no son considerados unos seres extraños o raros, sino que cada vez más son integrados en la sociedad y en las empresas. Hace poco, la empresa alemana SAP, dedicada a la producción de programas informáticos de gestión, anunció que iba a fichar autistas para revisar y corregir los errores en su software.

Hoy es el día Mundial del Asperger.

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