OPINION

Podemos se enfrenta al mismo problema que el movimiento 15M: ¿debatir o actuar?

15M
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Cuando en 2011 nació el fenómeno del 15M en Madrid, dos redactoras de lainformacion.com estuvieron cubriendo día y noche las asambleas.

Un día una de esas redactoras me contó que estaba agotada porque en las asambleas se proponían muchas cosas, pero no se hacia casi nada. Siempre había alguien que cruzaba las manos delante de la frente con los puños cerrados. Un voto en contra paralizaba todo.

Resumen: las asambleas eran muy democráticas pero nada operativas.

Era justamente la forma de oponerse al sistema de partidos, donde los militantes se tienen que plegar a las órdenes de arriba.

Cuando Podemos surgió como fenómeno político una de las primeras cosas que reivindicó fue el espíritu del 15M: rechazar el sistema jerárquico de los partidos, ser más asambleario y contar con la opinión de más gente.

Pero a medida que Podemos cogía fuerza, Iglesias se dio cuenta de que tanta discusión no era operativa y entonces propuso un modelo de partido menos asambleario, menos participativo. Un secretario general líder y portavoz. Un consejo ciudadano formado por 62 personas.

Fue entonces cuando se encontró con la corriente de Pablo Echenique y Teresa Rodríguez (la principal candidata de Podemos en Andalucía). Estos querían 'profundización democrática'. Ser más participativos. Tres portavoces y un consejo de 80 personas, algunas elegidas por sorteo.

Era como enfrentar una cooperativa contra una empresa. Dos sistemas de decisiones diferentes.

Esas dos corrientes se enfrentaron en la constitución de Podemos como partido político y al final ganó la de Iglesias. Pero que haya ganado, no significa que se haya impuesto totalmente.

Hace unos días, Teresa Rodríguez, la candidata andaluza de Podemos, dijo que no iba a apoyar la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía si Díaz no obligaba a abandonar sus puestos en las Cortes a Manuel Chaves y a Juan Antonio Griñán (socialistas imputados), y si la Junta no sacaba sus cuentas de los bancos que seguían desahuciando ciudadanos.

Eso descolocó a la dirección del partido en Madrid: ahora que estaban tan cerca del poder en una comunidad autónoma y que se podía pactar, no había que ser tan extremista, mujer. Y entonces, surgió el cisma.

Al final, como informaba Luz Sela en lainformacion.com, ha sido la dirección del partido en Madrid la que ha tomado el control, nombrando dos negociadores con la actual presidenta. Ninguno de los dos ha sido elegido diputado por Podemos-Andalucía.

Todo esto me sonó igual que las asambleas del 15M. Se puede ser muy igualitario, asambleario y democrático, pero como sabe cualquier organizador, llega un momento en que hay que hacer algo. Y para hacerlo, hay que adoptar los sistemas jerárquicos de los viejos partidos. Unos pocos toman una decisión y el resto la acata.

Creo que Podemos no ha resuelto este dilema. A escala organizativa, la gente, el pueblo, los ciudadanos siempre necesitan personas que tomen decisiones por ellos. Y que las pongan en marcha. El riesgo que tiene ese sistema es que quienes toman las decisiones se crean que son 'el sistema'. Pero la ventaja es que es más eficiente.

El propio Pablo Iglesias se ha ido alejando del 15M y se seguirá alejando más a medida que obtenga mejores resultados. Será una gran paradoja. Porque para ser operativo, tendrá que tomar decisiones rápidas y hacer que se ejecuten rápidamente. Pero eso le va a enfrentar a unas bases que siguen creyendo en el espíritu igualitario del 15M.

Antes de que existieran las redes sociales, los militantes solo podían protestar en las asambleas o en los bares. Ahora se enfurecen por Twitter o Facebook, y pueden levantar una enorme polvareda si no están de acuerdo con las decisiones.

En las próximas elecciones, la tarta electoral se va a dividir de modo que asistiremos a pactos. Y Podemos va a tener que pactar, aceptando cosas que no había prometido. Tendrán que moderarse para ser operativos.

Pero ese cambio de dirección va a molestar mucho a las bases, que intentarán bloquear y protestar esos pactos. Lo mismo que el 15M.

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