OPINION

En la ciudad sin ley de Venezuela hay más seguridad que en las calles de Caracas

beriain mafia del oro
beriain mafia del oro

El periodista David Beriain y la productora 93metros estrenaron en Discovery Max hace poco un documental espectacular: se trata de las minas de oro del Amazonas, desde Perú hasta Venezuela. Se titula Amazonas clandestino. Hay sicarios, narcos, guerrilleros, buscadores de oro... y mafias.

Se ha emitido por partes, aunque el capítulo más increíble fue el de Venezuela. Beriain y su equipo se adentraron en un pueblo llamado Las Claritas, en el estado Bolívar, un estado que tiene un tamaño equivalente a la mitad de España.

Los alrededores de las Las Claritas es una de las zonas más ricas en oro del mundo. Fue una explotación gestionada por la empresa canadiense Cristallex hasta que el gobierno venezolano la expulsó.

Pero en lugar de tomar el control de la explotación aurífera de Las Claritas, el estado venezolano se ha olvidado de esa riqueza, dejándola en manos de cualquiera que tenga ganas de lavar barro y extraer oro. Y jugarse el pellejo.

http://youtu.be/j0kQJ4eaGaw

Oro, buscadores de fortuna, tráfico... Un cóctel ideal para dar lugar a algo parecido a la película 'La Leyenda de la Ciudad sin nombre', donde impera la codicia, las prostitutas, el robo y por supuesto, la regla del más fuerte, y la justicia sin leyes. No hay ejército, no hay policía, no hay jueces, por no haber no hay ni chavismo.

Y lo que ha sucedido allí es algo por lo que un sociólogo daría un brazo: el grupo humano se ha organizado de modo que pagan al 'sindicato' para mantener la seguridad. Lo mismo que hacemos nosotros con los impuestos que van a las fuerzas de seguridad.

'El sindicato' es un grupo de matones que se oculta a las cámaras de Beriain pero confiesa cobrar un pequeño impuesto para mantener la paz. Si alguien roba, le pegan un tiro en la mano. Si roba mucho, le cortan la vida. Todos les temen. Todos les respetan. Ver, oír y callar.

Hay varios grupos armados de sindicatos que luchan para controlar sus propias fronteras.

Lo curioso es que la gente está relativamente satisfecha porque a pesar de que ni el ejército se acerca por allí, a pesar que no hay estado, hay más seguridad que en las calles de Caracas. Las prostitutas, por ejemplo, confiesan al periodista que están más seguras allí que en las grandes ciudades de Venezuela, y que incluso pueden comprarse cosas que ya no se consiguen en los supermercados de las ciudades.

Es decir, en la ciudad sin ley de Venezuela hay más seguridad que en las calles de Caracas.

"Que todo el mundo pueda trabajar tranquilo, que no haya robos, que no venga un abusador", dice uno de los miembros armados del sindicato. Algo que no existe en el resto de Venezuela.

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