OPINION

Cómo se descubrió el escándalo de la FIFA: la investigación de un viejo reportero

jennings blatter
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Año: 2012. Lugar: Zurich. Motivo: rueda de prensa de Joseph 'Sepp' Blatter, presidente de la FIFA.

El periodista del Daily Mail Andrew Jennings toma el micrófono y pregunta: "Herr Blatter, ¿ha aceptado usted sobornos alguna vez?".

Los periodistas deportivos miran a su colega escocés con cara de horror. ¿Cómo se le puede preguntar eso a uno de los hombres más poderosos de la Tierra? Se apartan de Jennings como si fuera un apestado.

Blatter está enfadado porque no le ha llamado 'Presidente', sino 'Señor'. "Nunca he recibido sobornos", responde.

Jennings no se lo cree. Tiene fundadas sospechas de que la Federación Internacional de Fútbol es un edificio carcomido. En 2006 había escrito el libro El mundo secreto de la FIFA: comisiones,  fraude electoral y el escándalo de los billetes.

Además, la BBC le había dado un buen empujón al año siguiente sacando una serie de reportajes en "Panorama" donde Jennings hablaba a gusto de la corrupción en la FIFA y de Blatter.

Los gerifaltes de la FIFA ya se estaban impacientando con este periodista escocés de 71 años que les perseguía sin descanso.  Jennings era eso: un viejo sabueso. En los años setenta había publicado reportajes sobre policías corruptos. En los ochenta, las mafias italianas y las drogas de Tailandia. Pero en los 90 pilló su mayor bocado: la corrupción en el deporte. Primero en el Comité Olímpico Internacional. Luego en el fútbol.

Pero el escudo antimisiles de Sepp Blatter era demasiado grueso y las denuncias de Jennings no acababan de penetrar. Un día de 2009, Jennings recibió una extraña visita en Londres. Tres hombres vestidos de negro que se identificaron como del FBI le pidieron información sobre las actividades ilícitas de la FIFA. Jennings les pasó sus investigaciones y  se desvanecieron, según relató a Mail On Sunday.

Las cosas siguieron su ritmo normal hasta aquel día de 2012 en que Jennings agarró el micrófono y se dirigió a Blatter en la conferencia de prensa en Zurich en la que le preguntó si era un corrupto.

Seis semanas después, el periodista recibió una citación. Le pidieron que fuera a un edicicio del siglo XIX frente al lago. Era de noche. Le abrieron las puertas y le hicieron entrar en una lujosas oficinas. Estuvo esperando media hora. De repente, alguien, un alto cargo de la FIFA, se le acercó y le entregó muchos documentos. "Allí empezó todo", confesaba Jennings a un periodista de The Washington Post.

En los documentos se detallaban los opulentos gastos de Blatter: desde el avión privado que le llevaba a todos los sitios (nunca viajaba en línea aéreas comercial), hasta cómo se adjudicaba un sueldo de seis cifras o sus lujosos Mercedes.

El viejo reportero empezó a publicar todas estas historias y Blatter le amenazó con llevarlo a los tribunales por difamación. Jennings sintió que le estaban espiando y que hasta su ordenador estaba siendo hackeado.

Eso sucedía aún en 2012. Blatter seguía atrincherado en su cueva. En 2014, Jennings continuó su ataque, esta vez con otro libro titulado Omertá: el crimen organizado de Sepp Blatter.

Pero algo sucedió a finales de mayo pasado. El día 27 despertaron a Jennings. Estaba amaneciendo en su pequeña granja al norte de Inglaterra. Le decían que la policía suiza había detenido a altos cargos de la FIFA en Zurich bajo cargos de fraude, blanqueo y extorsión: les acusaban de haber recibido 10.000 millones de dólares en sobornos durante 19 años. Jennings se acordó de aquella visita del FBI en 2009. Los chicos de negro habían hecho su trabajo. De hecho, tenían una garganta profunda dentro de la FIFA, alguien con remordimientos que les ayudó a destapar la mugre.

Los detenidos eran de Federaciones Latinoamericanas, que habían vendido derechos de retransmisión para campeonatos como la Copa América (que se está celebrando ahora). Las transacciones se habían hecho a través de bancos norteamericanos y en dólares. La Justicia americana los estaba investigando desde hacía tiempo (basados en los documentos que Jennings pasó al FBI), y habían dado orden internacional de captura a esos mandamases, aprovechando que estaban en Suiza.

¿Y Blatter?

Dos días después se celebraron elecciones y volvió a ganar.

Parecía que se iba a salir otra vez con la suya. Pero la Justicia de EEUU le hizo saber que estaba cerrando el cerco sobre uno de sus más fieles colaboradores: Jérôme Valcke, al que podía acusar de conocer todo lo que pasaba en la FIFA. El próximo podía ser Blatter. Las declaraciones de directivos muertos de miedo empezaron a aflorar. Todos querían hacer revelaciones para disminuir sus posibles penas y la extradición a EEUU.

Así que cuatro días después de ser elegido presisdente de la FIFA, Joseph 'Sepp' Blatter dimitió de su cargo.

Ese día, fue uno de los mejores en la vida de Andrew Jennings. "Todos los imperios caen", dijo a la web brasileña, UOL. Y escribió en su cuenta en Twitter: "La próxima reunión de la FIFA será en la cárcel". (@AAndrewJennings)

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