OPINION

¿Por qué Grecia no sale de su crisis imprimiendo billetes por su cuenta?

grecia platon
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A muchos les sorprenderá que los bancos griegos estén cerrados y que los clientes solo puedan retirar 60 euros al día de los cajeros. ¿Qué les pasa?

En primer lugar, los bancos griegos se han quedado sin dinero. En las últimas semanas, y debido a la incertidumbre, los griegos han retirado billetes de los bancos y los han guardado en casa. Miles de millones de euros.

En teoría, los griegos tienen derecho a retirar su dinero porque es suyo. Pero los bancos no pueden devolver todos los depósitos de todos los clientes al mismo tiempo. Ese dinero está prestado a otros clientes en forma de hipotecas, préstamos al consumo o líneas de crédito.

En resumen, no hay dinero líquido, contante y sonante. Y encima, los bancos no pueden crear dinero de la nada.

Cuando los bancos necesitan dinero urgente acuden al banco central de su país.

En este caso, al estar Grecia en el euro, los bancos griegos tienen que acudir al Banco Central Europeo, con sede en Frankfurt. Cada semana, los bancos de toda Europa piden dinero al BCE y tienen que devolverlo pagando un tipo de interés. Como todos nosotros.

Pero a cambio, deben entregar al BCE algo de valor. Un colateral. Suelen ser bonos del tesoro del país al que pertenecen.

Con ese dinero prestado, que es una transacción puramente electrónica, los bancos ya pueden seguir prestando dinero en su país.

El problema de Grecia, como hemos dicho antes, es que los bancos no tienen dinero (liquidez) y el BCE le ha cerrado las puertas: solo les presta muy poco dinero a través de una ventanilla de emergencia. Peor aún: este mes, los bancos griegos deben devolver al BCE un montante superior a los 3.000 millones de euros.

¿Por qué no imprimen billetes y monedas por su cuenta?

Es lo que habitualmente hacen todos los países de la zona euro. Pero siempre imprimen una cantidad muy pequeña porque saben que la mayor parte de la gente hace transacciones electrónicas, paga con tarjeta y saca muy poco dinero de los cajeros (aunque a nosotros nos parezca mucho).

La impresión de billetes y el acuñado de monedas está bajo control estatal (en este caso del BCE) porque si los bancos de cada país se pusieran a imprimir billetes a lo loco, a corto plazo generaría una gran inflación. Al haber de pronto más dinero que productos, los supermercados se vaciarían y los precios se dispararían.

Pero Grecia necesita dinero. Por eso el ex ministro de Economía Yanis Varoufakis proponía la creación de un tipo de moneda especial que se ha empleado en ocasiones similares. Son como pagarés (promesas de pago) que funcionarían como vales de comida. De hecho, los vales de Vips, las tarjetas regalo de El Corte Inglés, y los tickets restaurantes son una forma de dinero. Pero en pequeña escala.

En 2008 el estado de California tuvo un problema de liquidez y se quedó sin dinero. Para pagar a sus proveedores así como sus compromisos, emitió temporalmente unos IOU (I Owe yoU, o Yo Te Debo), que le permitieron salir de su crisis y calmar a la gente. Eran pagarés. De hecho la palabra 'pagaré' significa lo mismo: Yo Te Pagaré.

Se podría aceptar como válido hasta el dinero del Monopoly, mientras la gente confíe en ello. El dinero es solo un rasgo de confianza.

Si Grecia saliera del euro y volviera al dracma tendría al menos la virtud de que podría imprimir su propio dinero, sin depender del BCE. Internamente, podría darle el valor de cambio que quiera (o el que quieran los griegos), pero externamente, ese dracma no valdría casi nada porque los mercados son quienes dan valor a las divisas. Y un país endeudado en euros, con la producción por los suelos e inestable apenas tiene valor fiduciario.

Es lo que pasa con el bolívar venezolano y el peso cubano. Ni siquiera cotizan en los mercados internacionales porque nadie se fía de su valor. Repito: el valor del dinero se basa en la confianza. Es solo un papel que no vale realmente lo que cuesta fabricarlo.

El 85% de los billetes y monedas que circulan en el mundo están bajo el control de los estados. Pero el restante 15% está en manos de empresas privadas que sacan billetes con la facilidad con que se imprimen los del Monopoly.

La empresa británica De la Rue ha fabricado billetes para Irak y para el país más nuevo del mundo: Sudán del Sur. Ahora se está frotando las manos, según The Economist, porque piensa que va a tener que imprimir dracmas.

En 2001, ante el inminente estreno del euro en la Eurozona, el BCE pidió a De la Rue que le echara una manita y que le imprimiera billetes de euros de varios valores. Las rotativas de los países de la Euriozona eran incapaces de imprimir tanto como lo que se necesitaba.

Dos meses después de que crease el nuevo gobierno interino de Irak, De la Rue ya había impreso 1.750 millones de billetes para ese país. Las plantas de Gran Bretaña, Malta, Sri Lanka y Kenia trabajaron siete horas al día. Los palés se enviaron en 23 vuelos de Boeing 747 a Irak. Mas rápido, imposible.

Quizá esa sea la última salida de Grecia. Pedir dinero a De la Rue si vuelve al dracma.

(La imagen de arriba es la moneda de dos euros de Grecia con el relieve de Platón, de Filatelia López)

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