OPINION

Así se arruinaron los Fugger, los banqueros del rey emperador Carlos

carlos V fugger
carlos V fugger

Hoy se estrena la serie de televisión Carlos, rey emperador. (TVE1).

Carlos era hijo de Juana la Loca y de Felipe I, y nieto, por parte de padre del emperador alemán Maximiliano I. Era el primer Carlos que heredaba la corona de Aragón, Castilla y Navarra.

Cuando Maximiliano falleció en 1519 le dejó a su nieto español Carlos I la corona del Sacro Imperio Romano Germánico. De ahí que se le llamase Carlos V, porque era el quinto en la línea de los Carlos que heredaban la corona más importante de Europa.

Pero también le dejó unas cuantas deudas.

Para comprar la voluntad de los príncipes electores alemanes y que dieran la poderosa corona al español, Maximiliano había pedido dinero prestado a unos banqueros teutones llamados Fugger.

Apenas Carlos V fue nombrado emperador, tuvo que firmar con los Fugger unos documentos llamados 'asientos', donde se comprometía a devolver los préstamos y sus intereses. Es decir, nuestras Letras del Tesoro de hoy. Nacía la famosa deuda externa.

Como garantía, Carlos V ofreció las rentas de las minas de mercurio del Guadalcanal de Almadén y los impuestos del Maestrazgo (comarca que abarcaba Castellón y parte de Aragón). Y también el oro y plata de las Indias. Con ello quedaba inaugurada la deuda externa, que hoy está de moda. Si no pagas, se quedan con tus propiedades. Y si no les das nada, no te vuelven a prestar. El griego Tsipras no se leyó esta parte de la historia de Europa.

A medida que el imperio español se extendía por el planeta, la deuda externa con los Fugger se fue incrementado en la misma manera. El problema es que a Carlos V se le abrieron todos los frentes imaginables: levantamientos de comerciantes en Flandes, de comuneros en Castilla, de artesanos de Levante, guerra a los turcos en el Mediterráneo, expansión en América... Eso suponía movilizar a ejércitos y pagarles la soldada.

Al principio, España era un país serio que cumplía con sus compromisos. Hoy habría sido calificado por las agencias de crédito como AAA. Los Fugger recibían unos intereses equivalentes al 40% de la cifra prestada. Si hubiera existido la revista Forbes en el siglo XVI, habría retratado a los Fugger en la portada como “los hombres más ricos del mundo”. Su fortuna era de cinco millones de florines.

Llegó un momento en que los ingresos de la corona no daban para pagar los intereses, ni devolver el capital. Además, los ciudadanos de los Países Bajos no querían pagar impuestos. Eso sucedió en 1557. Felipe II llevaba apenas dos años de reinado y los consejeros de la Hacienda le confesaron que la corona se había gastado por adelantado los ingresos de cinco años.

Es decir, ni los impuestos al pueblo, ni las rentas del estado, ni las riquezas de las minas de oro y plata de cinco años eran suficientes para pagar las deudas con los banqueros alemanes, que ascendían a 2.625 millones de maravedís (unas 64.000 onzas de oro, que hoy valdrían unos 65 millones de euros, aunque para entonces era desorbitante). Por primera vez en su historia, el Reino de España declaraba la bancarrota firmando un documento de puño y letra del rey con estas palabras: “suspensión de pagos de los asientos”.

Felipe II logró suspensiones de pagos ejemplares porque convenció a los banqueros de que aceptaran unos pagarés llamados 'juros reales'. Serían las 'quitas' de hoy. En unos casos, sólo podían cobrar los intereses y se olvidaban del capital; y en otros les ofrecía pagar la deuda en plazos muy largos, casi 20 años. Si los banqueros querían cobrar algo, tenían que aceptar los juros.

Si una suspensión de pagos es mala para un banquero, tres eran una pesadilla. Felipe II declaró la bancarrota del reino en dos ocasiones más: en 1575 y en 1597. Por eso los Fugger perdieron casi toda su fortuna, 4 millones de florines. Los banqueros de Carlos V acabaron arruinados con su hijo Felipe II. En el siglo XVII se extinguió la saga de las finanzas.

A los Fugger se les recuerda como 'los precursores del capitalismo moderno' porque en su historia pasaron por todo y en gran escala: dinero, préstamos, intereses, productos financieros sofisticados, colaterales, quitas y ruina.

De ellos quedó el nombre de una calle del viejo Madrid llamada ‘Fúcar’, palabra que sería sinónimo de hombre rico pues Cervantes hace decir al Quijote: “quisiera ser un Fúcar”.

PD: Carlos I heredó de su abuela María de Borgoña todo el patrimonio borgoñón, cuya enseña es la bandera blanca con la cruz aspada de San Andrés, la que ha tenido mayor existencia en la historia de España: tres siglos, comparados con el siglo y medio de la actual (foto de arriba a la derecha). En la imagen que abre este post, se ve al emperador sentado y escuchando a su banquero alemán.

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