OPINION

Lo que enseña la película de Jobs: para ser un genio, ¿hay que ser un dictador?

Tuve mi primer Macintosh hace 25 años. Desde entonces, soy de la cuerda de Apple. He seguido los pasos y la vida de Steve Jobs.

Leí la biografía y he visto la película que se estrenó el 1 de enero. La pregunta que me hago es: para ser un genio, ¿hay que ser un dictador?

Steve Jobs era ambas cosas. Genio porque veía cosas que los demás no veían, y cabrón porque obligaba a su equipo a resolver cosas difíciles y los trataba como muñecos. ¿Es la única forma de triunfar?

Recuerdo un reportaje de la revista Life donde se explicaba el día en que Jobs propuso a sus ingenieros fabricar un móvil. ¿Un móvil? "Pero si nosotros no fabricamos móviles. Hacemos ordenadores", dijeron.

Jobs les dijo: Vale, pero lo vais a hacer.

Lo hicieron y desde entonces todo el mundo imita a Apple. Pero los iPhone son los más caros y detrás de ellos hay millones de fans que son capaces de hacer cola durante una noche para conseguirlos.

Steve Jobs logró que su empresa no fabricase productos, sino talismanes. No es que otros móviles u ordenadores sean peores, sino que son móviles y ordenadores de Apple. Jobs logró que los suyos fueran como amuletos, Apple una religión y Jobs el gran sacerdote.

Jobs no tenía empatía con sus ingenieros, pero sí con sus clientes. Llegó a ser un dictador. Y logró revolucionar la informática, la música y la telefonía.

Me ha dado un poco de lástima que todo esto no aparezca en la película sino de pasada. La película cuenta con actores e interpretaciones magníficas, pero se escora más bien hacia los problemas personales de Jobs. Aun así, igual que los fan hacen cola ante los productos de Apple, hará cola ante esta película porque Jobs es Jobs.

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