OPINION

La cara amable y el reverso tenebroso del novedoso periodismo de datos

pertiodismo datos
pertiodismo datos

De todas las noticias e informaciones que se ven cada día en la prensa escrita, radiada o televisada, un número muy pequeño está basado en el periodismo de datos.  Apenas le sacamos partido a la era de la abundancia de bancos de datos.

Preferimos masticar los alimentos precocinados como las encuestas del CIS o las cifras del paro del INE. Los periodistas nos limitamos a cortar y pegar, o, como mucho, a echar un vistazo por ahí a ver si se nos ocurre algo imaginativo.

No sabemos sacar partido por varias razones: la primera es que eso lleva tiempo y cuesta dinero. Hacerse un reportaje sobre la relación entre el número de hipotecas  y los contratos a tiempo parcial cuesta tiempo y dinero. Es mejor sacar la nota de prensa de la Asociación Hipotecaria Española es cuestión de minutos. La que tienen todos.

La segunda es que no hay muchas ideas. He visto algunos reportajes sobre tratamiento de datos curiosos, pero la mayor parte pasa sin pena ni gloria porque no tienen mucho interés.

Luego viene el reverso tenebroso del periodismo de datos. Algunos reportajes basados en datos son tendenciosos, o el medio que lo publica hace una interpretación amarillenta. Hace tiempo, en el programa El Objetivo de Ana Pastor se examinó el déficit público de los últimos años para saber quién lo había hecho peor, y terminaron afirmando que España "no había cumplido en 2011" porque en lugar del 6% llegamos al 9% "el año en que llega el PP al Gobierno".

Bueno sí, el PP había llegado al Gobierno... en la última semana de 2011. Por lo tanto, ese déficit era del PSOE, no del PP.

Lo mismo pasa con lo contrario: otros medios hacen periodismo de investigación de datos escorándose a la derecha porque le conviene a sus lectores.

Es decir, el periodismo de datos en España tiene una cara amable y otra de reverso tenebroso.

Para mí lo peor no es tanto que algunos medios ofrezcan información falsa, sino que no hay periodismo de datos en profundidad ni hay enfoques novedosos. Desde el  portentoso banco de datos del INE hasta los del Banco de España, pasando por el sistema Pares, o la Hemeroteca Nacional, los fondos de Hacienda y las cuentas de los Ayuntamientos, tenemos unos archivos brutalmente buenos que apenas son explotados. Una de las razones por las que estamos en pañales es que tratar miles (o millones de datos), y sacar historias es costoso en tiempo y dinero. Los medios quieren resultados inmediatos, de modo que nos conformamos con leer las esquinas de los informes del CIS y poco más.

Pero hay un campo enorme de trabajo que roza las películas de espías. Por ejemplo, hay datos guardados en fortines inexpugnables como los de bancos haciendo operaciones en Panamá, o sociedades que cometen delitos. Para realizar ese periodismo de datos se han tenido que aliar periodistas con informáticos, digamos hackers, y romper códigos informáticos para llegar hasta el fondo. Ha sido el caso de los papeles de la lista Falciani, conseguidos por una agrupación de periodistas y expertos de varios países, y que se convirtió en una de las  mejores exclusivas del año de elconfidencial.com.

Hacer esto tiene sus límites legales. Hace unos días, pregunté a Paul Steiger, fundador de la web de investigación Propublica, que si sería capaz de aceptar los servicios de un hacker que rompiera códigos y penetrara en bases de datos, aunque fueras ilegal. "No lo haría si es ilegal", afirmó con solidez. "Pero en su tiempo libre el hacker puede hacer lo que quiera", añadió sonriendo.

Algunos medios ya han puesto en marcha master o estudios especializados en periodismo de datos: el master de El Mundo de Periodismo de Datos e Investigación, el master de Periodismo de datos del Centro Universitario Villanueva, el postgrado de la Universidad de Cataluña, el de Unir... Y colaboran gratuitamente con medios para producir reportajes de investigación de datos que están dando sus frutos.

Creo que ese va a ser el filón del futuro para las compañías periodísticas. Veo a periodistas trabajando como rastreadores de datos  y contadores de historias –las nuevas exclusivas–, para cualquier departamento de comunicación en empresas, agencias, consultoras y hasta partidos políticos y fundaciones. Será bueno para una profesión que ha perdido miles de empleos.

Ahora solo falta que la ley de Transparencia permita abrir más archivos del Estado para que ese periodismo de datos se convierta en un arma de la sociedad para vigilar y protegerse de los abusos del poder.

Anécdota: cuando se abrió el portal de Transparencia, el gobierno invitó a hacer preguntas y probar su eficacia. Todavía estoy esperando la respuesta a la mía.

Mostrar comentarios