OPINION

Lo que no quiere contar el ministro de Interior sobre el yihadismo

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Cuando se producen atentados de la magnitud de los que hemos visto en Bruselas o en París, el ministro español de Interior suele calmarnos diciendo que España realiza de forma permanente detenciones de yihadistas, y que tenemos un largo historial de lucha antiterrorista.

Esas declaraciones las tomamos como producto de la rutina, pero no lo son. No sabemos a ciencia cierta cuántos atentados han evitado los servicios secretos, la Policía y la Guardia Civil. Basta ponerse a pensar en lo fácil que es producir un atentado, para darse cuenta de que el ministro de Interior nos está insinuando algo más: que se podían haber producido aquí atentados si no fuera porque en el último minuto desbarataron la operación.

Todas las semanas, el ministerio de Interior recibe denuncias anónimas de ciudadanos que ven algo raro en su vecindario, pero por más celo que pongan en investigar cada una de las sospechas, es técnicamente imposible taponar todos los agujeros.

Los yihadistas se pueden colar como turistas, como refugiados, como polizones o venir de cualquier país de la UE que haya firmado el tratado Schengen. Pueden estar viviendo entre nosotros durante años como células durmientes.

Por ejemplo, en febrero pasado, el ministro de Interior Jorge Fernández afirmó que se habían detenido a 338 terroristas en España: la mitad eran yihadistas y la otra mitad, etarras. Había más yihadistas que etarras, para ser exactos.

Y añadió un dato sorprendente: es la primera vez en la historia de la democracia en la que no ha habido ningún atentado mortal en territorio español en una legislatura. Cuatro años a salvo. ¿A salvo?

Teniendo en cuenta de que estamos en un nivel de alerta de 4 sobre 5, es decir, a un escalón del nivel máximo, eso quiere decir que los cuerpos de seguridad están trabajando con un nivel de eficiencia altísimo pero desconocido para nosotros.

Desconocido porque el ministro no va a alarmar a la población diciendo –por poner casos inventados– que los yihadistas estuvieron la semana pasada a punto de volar una estación de Metro de Barcelona, o descarrilar un tren de la línea del AVE a Sevilla.

Eso no lo va a contar con detalles, por supuesto. A veces lo insinúa.

Pero basta ver lo que ha pasado en el resto de Europa, y recordar lo que nos pasó a nosotros en 2004, para concluir que en cualquier parte de España, por tierra mar o aire, y en cualquier momento, se puede producir un atentado yihadista que nos deje paralizados de miedo. Por eso se llama terror.

-Nosotros no hemos fallado en la integración: han sido ellos.

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