OPINION

Breve historia de la guerrilla en Colombia: de la revolución al narcotráfico

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Ahora que la periodista española Salud Hernández Mora ha sido liberada por la guerrilla del ELN, es el momento de preguntarse, ¿qué pasa con la guerrilla en Colombia? ¿En qué momento están las negociaciones de paz? ¿Cuántos grupos armados existen? ¿Qué pretenden?

En los años sesenta, nació y se extendió por toda América Latina el fenómeno de las guerrillas. En teoría, su objetivo era implantar la justicia social. Pero la realidad es que muchos de esos grupos estaban promovidos por Fidel Castro, quien incluso llegó a entrenarles con tácticas subversivas en Cuba. Para evitarlo Estados Unidos intervino con espías, fondos, armas y dinero en muchos países de Latinoamérica, desde Chile a Nicaragua.

En el caso de Colombia, en los años cincuenta un grupo de miembros del Partido Comunista Colombiano intentaron crear una comunidad en Tolima y al final en Huila, dos departamentos del país. En 1964 nacieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia después de varios enfrentamientos armados con el Ejército colombiano.

Por esas mismas fechas nació el otro gran grupo armado: el Ejército de Liberación Nacional, liderado por estudiantes formados y adoctrinados en Cuba.

Desde entonces, esos grupos han asesinado soldados, policías y civiles. Han secuestrado a miles de personas, políticos y militares, y han perpretado actos terroristas por todo el país, sembrando de minas muchas zonas.

Con el tiempo, para conseguir financiación, estos grupos se dedicaron al narcotráfico.

Primero solo y luego con la ayuda de Estados Unidos, los sucesivos gobiernos colombianos han combatido a la guerrilla. El resultado de todo ello ha sido una guerra que ha causado siete millones de víctimas, 6,7 millones de desplazados (casi tantos como Siria), 220.000 homicidios, 74.000 víctimas de ataques a poblaciones, 45.000 víctimas de desapariciones forzadas y 30.000 secuestros. Las cifras las he copiado literalmente de las declaraciones del actual representante del gobierno colombiano en la mesa de negociaciones con la guerrilla en La Habana, Humberto de la Calle.

Comparemos: ETA mató a casi mil personas. La guerra del gobierno y las guerrillas (FARC, ELN y otras) ha derivado en 220.000 muertos.

Hay zonas controladas por la guerrilla, como se acaba de demostrar en el secuestro de Salud Hernández Mora en Catatumbo. Eso está al noreste del país. Allí está el ELN. Pero las FARC están al sur. Llegaron a asediar Bogotá, hasta el punto que el gobierno tenía que organizar caravanas vigiladas por el ejército para salvaguardar a los bogotanos que deseaban salir de fin de semana a los alrededores.

De entonces, nació un gesto que perdura aún hoy en Colombia. Cuando se acerca un vehículo, los militares alzan el pulgar, y los civiles les devuelven el saludo.

El conflicto se puede medir por la presencia del ejército en las ciudades: los cuarteles en Bogotá ocupan amplias zonas. Los soldados están desplegados por todos los sitios, lo cual es una muestra que todavía se vive el conflicto, aunque el presidente prefiera hablar de posconflicto.

Cuando Alvaro Uribe fue nombrado presidente del país, la ofensiva del ejército contra la guerrilla se acentuó. Como respuesta, las FARC sembraron  miles de minas antipersona por extensas zonas del país. Querían proteger sus campamentos y sus cultivos de coca.

En las negociaciones de paz que están teniendo lugar en La Habana hay muchas cosas que chirrían. Para empezar que sea en La Habana. Y en segundo lugar que se sienten de igual a igual gobierno y terroristas.

Es como si el gobierno español se hubiera sentado a negociar con etarras en París.

Los guerrilleros, que en realidad son terroristas, piden territorios, amnistía, inclusión social y diputados nacionales y locales, así como concejales en los municipios. Quieren que se les garanticen derechos políticos a los guerrilleros estén libres o presos.  Una de las cosas que ya se ha acordado es que los jóvenes hasta 14 años abandonen la guerrilla y no sean perseguidos penalmente por ello.

Pero todavía la guerrilla no ha entregado las armas y no tiene muchas ganas de entregarlas. Tampoco se ha arrepentido de sus acciones. Como un acto de gracia, los terroristas señalarán las zonas de desminado para que una ONG noruega proceda a limpiarlas con el apoyo de guerrilleros. "Para desminar solo un metro cuadrado se necesita por lo menos seis horas y el costo puede llegar a los 20 dólares (18,4 euros). Para desminar los más de 688 municipios en los 22 departamentos sembrados de estas trampas explosivas se necesitarán unos 10 años y recursos por valor de más de 100 millones de dólares (92,22 euros)", decía una noticia de El Periódico.

Todo esto lo ha denunciado Salud Hernández Mora desde sus artículos en El Tiempo.

En teoría, el acuerdo debió de firmarse el 23 de marzo pasado. Pero no es fácil pactar todo eso y que la opinión pública colombiana se lo trague. No es un sapo. "Es un dinosaurio", decía Salud.

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