OPINION

Análisis de Albert Rivera, el hombre elegante que siempre habla igual

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Albert Rivera es uno de los mejores comunicadores de la política española. Él y Pablo Iglesias.

Pero hay una gran diferencia. Iglesias cambia el tono y el volumen de su discurso cuando habla en un plató o cuando habla en un mitin. Rivera no. Tiene el mismo tono: habla siempre igual.

Rivera mantiene siempre el tono suave y coloquial, incluso cuando discute y lanza puyas a sus contrincantes. En el debate a cuatro del pasado lunes, Rivera atacó a Iglesias y a Rajoy. Especialmente a Rajoy. Pero lo hizo como un abogado que lee un pliego de acusaciones. Un grupo de analistas lo definió como "el candidato con la gestualidad más elegante".

Albert Rivera habla igual para las masas, las mesas, las misas, las mozas y las musas. Es el mismo tono y el mismo volumen. Tengo la impresión de que lo hace para proyectar la imagen de que es un hombre moderado, capaz de dialogar con cualquier partido y pactar. Que no pierde los papeles. Gracias a eso está siempre muy bien valorado en las encuestas, el que más. Pero ¿qué prefiere Rivera? ¿Caer bien o provocar conmoción? Pablo Iglesias, que está muy mal valorado, habla con tanta furia interior que atrae votos a su partido.

Incluso en los mítines de masas, parece como si Rivera estuviera hablando en una residencia de estudiantes. Ganaría más votos si fuera más mitinero. Este país está cabreado y los españoles esperan que alguien les grite: "¿Estáis hasta los pelos de la corrupción?". Siiiiii. "¿Estáis dispuestos a mandar a la basura a los partidos corruptos y sellarla para que no salgan nunca más?". Siiiii.

Otra de las cosas que Rivera debería controlar es su movimiento uniformemente acelerado. En los platós, cuando habla, Rivera se acelera. En la entrevista que le realizó Ana Pastor, famosa por hablar muy rápido, parecía que Albert y Ana estaban compitiendo en la Fórmula 1. Rivera habla tan rápido que no se le entiende.

El aspecto juvenil de Rivera no sé si le favorece en las elecciones. Tiene 36 años, uno más que Pablo Iglesias. Pero parece más joven que Pablo, mucho más joven, casi tan joven como Errejón (que tiene 32 pero aparenta 25). Temo que el elector busca a alguien que parezca más maduro.

Felipe González llegó al poder con 40 años. Aznar con 43. Zapatero con 43. Y Suárez con 44 años. ¿Rajoy? Con 56 años.

Albert Rivera suele ser muy bueno en el juego corto: en las entrevistas en televisión es capaz de responder a una batería de preguntas sin perder los papeles. Ni siquiera lo logra Pablo Iglesias, que es mejor en los mítines o en los debates con varios candidatos que a solas con un reportero peleón.

Cuando habla de su programa económico, Rivera se centra mucho en los autónomos. Es una buena apuesta. Pero cuando, como ayer, se pone a hablar de la indemnización por despido, no se explica muy bien. Eso importa mucho a los parados o a los que temen quedarse en paro. La indemnización. Menos se entiende aun cuando menciona la 'mochila austriaca', un sistema de indemnización que existe en Austria y que no se comprende muy bien en España.

A pesar de eso, su programa económico es más sensato que el de Pablo Iglesias por la sencilla razón de que no juega con el gasto del Estado como si estuviera jugando al Monopoly. Se nota el peso de su asesor económico, Luis Garicano, profesor de la London School of Economics.

El problema es que, aunque Rivera tenga una visión sensata de la economía, el español medio sigue teniendo mucha fe en que el estado le resuelva los problemas, le pague la luz y le busque empleo. Y tiene miedo a perder todo.

Una de las ventajas de Rivera es que tiene visión de Estado. ¿Qué es tener visión de estado? Tomar decisiones que afectarán a las futuras generaciones para siempre. Cuando habla de llegar a un pacto por la Educación me parece que está acertando pues hemos tenido ocho sistemas educativos en 40 años y eso ha bajado el nivel del país.

Si queremos tener chicos que saquen las mejores notas en los exámenes internacionales, hay que ponerse de acuerdo en un plan nacional y no moverlo en décadas.

El partido de Rivera –Ciudadanos– sale en esta carrera con el expediente limpio (o bastante más limpio que el PP y el PSOE). Es importante decir eso porque estas elecciones están marcadas por dos presiones: la corrupción y la crisis. De la segunda estamos saliendo poco a poco, pero la primera sigue dando muchos casos en el PP y en el PSOE cada semana.

Las encuestas dicen que Ciudadanos va cosechar algunos diputados más que en las elecciones del 20D (cuatro). La duda está en si tendrá los suficientes como para pactar con otros partidos y ser un partido relevante.

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