OPINION

Los británicos nos han enviado un mensaje en una botella: ¿lo hemos entendido?

mensaje en botella
mensaje en botella

Los reporteros que se han desplazado a Reino Unido para informar sobre el referéndum han escrito muchos reportajes entrevistando 'gente del lugar'. La mayor parte de las personas que votaron salir de la UE decían lo mismo: porque no queremos más inmigración, porque no tenemos trabajo, porque cierran nuestras fábricas,  porque damos dinero a Bruselas y se lo quedan los funcionarios...

A los británicos les ha sucedido lo que a muchas parejas: cuando falta el amor y dinero, sale a relucir 'aquello que nos callamos durante mucho tiempo'.

Por ejemplo, ellos ahora temen a la inmigración.

La convivencia de razas y culturas diferentes en el Reino Unido no ha sido un problema relevante cuando la economía ha ido sobre ruedas. Pero ahora, los británicos confiesan sin rubor a los periodistas que están rodeados de demasiados extranjeros y no quieren más: califican de extranjeros a búlgaros, polacos, rumanos... Imaginen a los que vienen de Paquistán.

Los británicos más viejos echan de menos el pasado, cuando salían de casa y sus vecinos hablaban inglés. Ahora, salen, y escuchan un idioma extraño.

En el terreno económico, los británicos echan de menos cuando las fábricas estaban a pleno rendimiento y daban trabajo a todos. Acerías, minas de carbón, fábricas de automóviles, televisores. Eran tan felices...

Con el referéndum, los británicos han escrito un mensaje en un papelito, lo han metido en una botella y lo han enviado a través del canal: "A vosotros os puede pasar lo mismo".

Las fuerzas que se han desatado sobre Reino Unido se pueden desatar sobre el resto de Europa. De hecho, son las mismas: movimientos migratorios intensos y en grandes masas. Cierre de fábricas obsoletas. Falta de empleo.

Hablemos de empleo. La revolución tecnológica actual no crea tantos empleos como las revoluciones industriales. Por ejemplo, Volkswagen tiene 610.000 empleados en todo el mundo que producen 42.000 vehículos al día. Su valor de mercado es de 61.000 millones de euros.

Facebook vale 300.000 millones de euros en bolsa, y tiene 13.000 empleados. ¿Lo van entendiendo? Con el 2,1% de los empleados de Volkswagen, Facebook vale casi cuatro veces más que Volskwagen.

Hablemos de inmigración.

La falta de empleo, sumada al empobrecimiento de las clases medias, han desembocado en un instinto de autodefensa que impulsa a los europeos a votar a los partidos nacionalistas, antibruselas, y  anti-inmigración... Los votantes se dicen: si Europa significa más inmigración, no quiero esa Europa porque compiten conmigo o con mis hijos.

Las olas migratorias sucesivas han creado grandes bolsas étnicas dentro de los países europeos. De turcos en Alemania, de magrebíes en Francia y en Bélgica, de asiáticos y europeos del este en Reino Unido... ¿Integración? La verdad: menor de la deseada.

La prueba es que –debido a la crisis económica–, los votantes en Francia, en Alemania, en Grecia, en Finlandia, en Dinamarca y en otros países, han hecho lo mismo que los británicos. Votar cada vez más a partidos que defienden una Europa con pocos inmigrantes o una Europa que se parezca más a la Vieja Europa. ¿Qué Europa? No sé cómo decirlo: a una Europa que ya no existe y que probablemente no exista nunca más.

Las señales que enviaron los británicos deben ser bien interpretadas. No han dado la espalda a Europa. Solo han dado un aviso a Europa.

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