OPINION

Algunas leyendas de la República y del 18 de julio que hay que desmontar

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Ochenta años del golpe militar del 18 de julio parecen haber pasado como un rayo porque la Guerra Civil y la República siguen estando presente en los debates de los españoles. Pero, ¿la gente tiene argumentos o se los inventa?

Veamos.

La República que hace 80 años sufrió un golpe militar, nació bastante coja cinco años antes. El 14 de abril de 1931, cuando se contaron los votos en las elecciones municipales, se comprobó que la mayoría de la gente votó a los partidos monárquicos. Entonces, ¿por qué se declaró la república? Porque en las grandes ciudades ganaron los partidos antimonárquicos y la gente salió a las calles a derrocar la monarquía.

El rey, a la vista de la presión metropolitana, hizo las maletas y se fue. Así nació la Segunda República. O sea, no muy democrática.

Muchos dirán que los partidos monarquicos reunieron esos votos rurales porque se ejercía un enorme caciquismo en los pueblos. Claro, como el que ejerce el PSOE en Andalucía en nuestros tiempos, amenazando con quitar empleos y privilegios a quien no les vote en el campo.

La República sufrió tres golpes de Estado. El primero fue el del general Sanjurjo, que acabó como una payasada. El segundo, lo lideró Francisco Largo Caballero en 1934, secretario general del PSOE, que decretó la huelga nacional revolucionaria y se fue con armas y todo a tomar el edificio de la gobernación en Madrid. En Asturias, la izquierda dinamitó los cuarteles y se enfrentó a las fuerzas del orden. En Cataluña, Companys, líder de ERC, aprovechó el levantamiento para decretar la independencia de Cataluña.

El gobierno republicano envió al general Franco a restablecer el orden Constitucional en Asturias, y a otros militares a hacer lo mismo en Barcelona. Resultado: 1.300 muertos.

Desde el punto de vista económico, la República fue un desastre. Todos los registros que se tienen indican que cayó la producción, se devaluó la peseta y aumentó la inestabilidad.

Desde el punto de vista educativo y social hubo muchos avances. Pero claro, la estabilidad de un país es como un pack de Carrefour: todo o nada. Lo que funcionaba no fue suficiente para contrarrestar lo que fallaba. Y falló tanto la economía como la estabilidad social: fascistas y comunistas se mataban por las calles; se quemaban conventos; se conspiraba de lo lindo; y poco antes de que estallara la Guerra Civil, fue asesinado José Calvo Sotelo, líder de la oposición.

Es como si ahora alguien asesinase a Pedro Sánchez.

El ambiente de golpe militar se mascaba de tal forma, que el corresponsal de la agencia de noticias norteamericana Associated Press preguntó a un diputado si se podía ir de vacaciones en julio. Y el diputado Gil Robles le contestó que se fuera, porque el levantamiento tendría lugar en agosto.

Lo que nadie había previsto fue el asesinato de Calvo Sotelo. Eso precipitó la guerra. Y ya sabemos qué pasó después. En los dos bandos.

¿Qué habría pasado si Franco no se hubiera levantado? Pues que alguien habría hecho algo parecido. Por ejemplo, Largo Caballero, pues desde prisión en 1935 insistía en la insurrección armada para tomar el poder y declarar los soviets de la península Ibérica. Así lo confesó en una entrevista a Edward Knoblaugh, periodista de AP, y publicada en los medios de EEUU.

“Todo el orden existente va a transformarse [...] Dentro de cinco años, la República estará de tal forma organizada que a mi Partido le resultará fácil utilizarla como escalón para conseguir nuestro objetivo. Nuestra meta es una unión de Repúblicas Ibéricas Soviéticas. La península ibérica volverá a ser un gran país. Portugal se incorporará a nosotros –confiamos que pacíficamente-, pero utilizaremos la fuerza si es necesario. ¡Detrás de estas rejas tiene usted al futuro amo de España! Lenin ha declarado que España sería la segunda República Soviética de Europa, y su profecía será una realidad. Yo seré el segundo Lenin que lo hará realidad”.

Pero, para la izquierda de hoy que enarbola la bandera republicana, la Segunda República fue mejor que ir a Dineylandia y no había motivo para liquidarla. Eso se llama amnesia histórica. Hoy lo llaman Memoria Histórica.

Cualquier persona de más de 85 años y que tenga frescos los recuerdos, sabe que la República fue un periodo amargo. Y que ese periodo puso las bases de la Guerra Civil.

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