OPINION

¿Qué es lo que más falla en la mayor industria turística española? El trato

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España es la tercera potencia turística mundial. Y encima es el país con más bares y restaurantes por metro cuadrado, según la consultora Nielsen.

Pero para ser un país tan turístico, hay un alto porcentaje de camareros que nos tratan mal. No sé cuál es ese porcentaje exacto ni si se da igualmente en todas las comunidades, pero cualquier que esté leyendo esto sabe de lo que hablo. Muchos camareros, demasiados, no saben tratar al público.

Ya sé que el trabajo de camarero es muy laborioso y agotador. Tratar a cientos de personas cada día que quieren que les trates como a reyes, es algo que desgasta. Te deja psicológicamente agotado. Ya sé que el cliente español es muy desordenado pidiendo las cosas, porque en vez de hacerlo todo a la vez, lo va pidiendo poco a poco, lo cual incrementa el trabajo de los camareros. Ya sé que muchas veces se debe a que el patrón tiene menos camareros de los que necesita. Y también sé que cada verano, el sector se nutre de personal temporal que lo hace para ganarse unos euros y que no es experto.

Hace poco fui a una cafetería a desayunar y la chica estaba de mal humor. Estaba sola y el sitio repleto. Me dio miedo preguntar por la clave del wi fi.

Quitando esos casos, sigo viendo desde tiempos inmemoriales que el trato es el gran defecto del servicio en España. Incluso en restaurantes con mucho personal, o en restaurantes que no están a rebosar.

Yo, como todos, tengo muchas historias que contar. Para empezar, los idiomas. Una vez vi a unos clientes italianos tratando de descifrar la carta. Pero el camarero, en lugar de ayudarles, les dijo: "Aquí no se habla italiano". Por supuesto que no se habla. Pero ellos solo pedían un poco de ayuda.

A mí me pasó que me sirvieron unos calamares que sabían a amoniaco. Eso es signo de que están pasados, casi descompuestos. Se lo devolví diciendo que olían mal, y vino el chef a recriminarme que otros clientes se lo habían comido hasta el final. En lugar de revisar si algo había fallado en el suply chain (la cadena de suministros), me recriminó mi postura.

Una de las cosas que me pone más nervioso es ver a un grupo de camareros de espaldas al público y hablando. Otra de las cosas que no entiendo es por que tardan más en cobrar que en servir las comidas. ¿Es que trabajan gratis?

Otra de las cosas que me altera es cuando se ponen a arrimar las mesas y las sillas. Parecen Godzilla destrozando Tokio.

Me encantan en cambio los que siempre tienen una sonrisa y resisten la presión. Cerca de mi casa hay una chica que se hace muchos kilómetros al día entrando y saliendo del restaurante a servir en las terrazas. Tiene una memoria infatigable y atiende a todos los que levantamos la mano. No es de esas personas que a pesar de que levantes las manos, te ignora. Defecto típico del camarero.

Y conozco a otro que siempre está de buen humor y nos contagia a todos. La sonrisa es el mejor medio de comunicación porque aplaca hasta a los clientes más furiosos.

Para bendición de los restaurantes, los programas de cocina y master chefs han hecho que mejore mucho la calidad y que sean cada vez más originales. Pero, ¿no se les ocurre que entre ese plato y la mesa hay una persona que también debe ser entrenada?

Una inmensa cantidad de estudiantes de las escuelas de negocios quieran montar un restaurante o un bar. Bueno, no es alta tecnología pero en este país puede ser un buen negocio. El problema es que piensan en todos los detalles excepto uno: entrenar a los camareros.

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