OPINION

Deutsche Bank, el banco alemán que quiere ser norteamericano

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A finales del siglo XIX, un grupo de empresarios alemanes decidió crear su propio banco para apoyar las exportaciones. Lo llamaron Deutsche Bank. Hasta entonces, las empresas exportadoras alemanas tenían que realizar operaciones de descuento o de financiación a través de bancos franceses o británicos, y el problema era que, al no tener banco del propio país, todo les costaba más.

Con el Deutsche Bank las cosas empezaron a enmendarse. El DB no solo apoyó a los exportadores sino que se convirtió en un banco experto en divisas y mercados internacionales. Apoyó y financió la construcción de líneas de trenes en Turquía, participó en la fundación de Lufthansa y hasta en las fusiones que dieron lugar a Siemens y Daimler. Hoy es la entidad más poderosa de Alemania y una de las mayores del mundo con más de 100.000 empleados en 70 países.

La mitad de la actividad del DB procede de la banca de inversión. Es decir, se dedica a operaciones financieras complejas como fusiones, adquisiciones o colocación en bolsa de grandes empresas, como las que hacen los bancos norteamericanos Goldman Sachs o J.P. Morgan. El problema es que también practican la peor vía de la banca de inversión que es la que intermedia con productos sofisticados, o como la definió una vez Warren Buffett, con "armas financieras de destrucción masiva".

Esas armas son derivados, CDS, hipotecas basura y todo lo que implique complejidad financiera, incluido apoyar al esquema piramidal de Bernie Maddoff. Con el tiempo el Deutsche Bank ha dejado de lado su esencia alemana y se ha convertido en un banco de Wall Street, con lo peor y lo mejor de esa banca norteamericana.

Hace tiempo, un ejecutivo francés escribió un libro titulado Capitalismo contra capitalismo donde exponía las diferencias entre la forma de hacer negocios en Europa y en EEUU. En Estados Unidos, decía, las empresas suelen buscar los beneficios a corto plazo, salir a Bolsa y caer en la dictadura de los dividendos.

En Europa, en cambio, hay muchas empresas grandes que siguen estando en manos de familias, y que sus objetivos son a largo plazo. No son tan especulativas. Y terminaba diciendo que el capitalismo europeo era bávaro, en el sentido de que el sentido bávaro de las empresas era más social. En cambio en sentido norteamericano era más especulativo. (Michel Albert fue el autor de ese libro; fue presidente de AGF)

Más o menos eso es lo que le ha pasado al Deutsche Bank. Se ha convertido cada vez más en un banco que interviene en productos financieros a corto, piensa a corto y vive a corto.

Al enfangarse con derivados, contribuyó a la crisis de 2008, vendiendo a sus clientes por todo el mundo hipotecas basura que no valían nada, pero vistiéndolas como si fueran productos sofisticados. Ahora le ha caído una multa de 14.000 millones de dólares que está castigando su valor en bolsa y su prestigio. No es el fin de esta entidad histórica pero tendrá que soportar su karma por vender su alma.

(El cuadro de arriba es del flamenco Quentin Massis y se titula 'El cambista y su mujer", 1514. Museo del Louvre, París).

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